Conversamos con Tomás Ariztía sobre la Transición Energética, y las distintas posibilidades que esta abre tanto para la sociología como para pensar nuevas formas de vida en común.

 

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Transcripción Podcast

Episodio 2 – Tomás Ariztía

 

Yo creo que lo más problemático en el caso de Chile y del mundo en general, incluso con este telón de fondo de la crisis del petróleo, es la modalidad en que se está instalando la idea de la transición eco-renovable, en el sentido de que lo que uno observa es que muchas veces el imaginario de transformación que se moviliza asociado a las renovables no convencionales, es el imaginario de el crecimiento escalar, de la gran empresa, de la gran, un poco… diría la Anna Singer, de la plantación, entonces la pregunta y el desafío es cómo evitar de que, frente un eventual desplome, por ejemplo, del sistema  de los combustibles fósiles, si es que eso pasara, las renovables no convencionales se transforman en algo que las reemplaza con la misma lógica.

 

Bueno, mi nombre es Tomás Ariztía, yo soy académico de la Escuela de Sociología de la UDP, investigador del NUMIES, que es el Núcleo Milenio  Energía y Sociedad, y trabajo hace tiempo temas que están en el entrecruce de la sociología económica, y la sociología del medio ambiente, entre otras cosas, consumo sustentable, capitalismo verde, etcétera.

 

Yo creo que hay dos conceptos súper choros para pensar la crisis actual de la industria petrolera. Uno, que es un concepto que ocupan muchos sociólogos, personas más de las humanidades ambientales, que es el concepto de “cultura del petróleo”, o “Petroculture”, y que en el fondo, lo interesante al mirar, todo este vaivén de los precios del petróleo, no es quedarse solamente con la industria del commodity, sino es mirar cómo, al final, detrás de todo ese tráfico de energía, de petróleo con los distintos nombres, denominaciones, lo que se esconde es una forma de organizar la vida social en su conjunto, que se vuelve visible. Aspectos fundamentales, por ejemplo, el transporte, y su asociación a la cultura del petróleo, el plástico y la cultura de consumo del desecho, la inmediatez de los envoltorios, etcétera, y la inmediatez de principios que se han transformado como, de alguna forma han estado en la punta de la cultura del consumo del capitalismo tardío, como confort, conveniencia, limpieza, por sobre otros principios que podrían organizar perfectamente las dinámicas de producción y consumo: duración, reparabilidad, etcétera. Entonces, creo que de alguna forma es interesante esta crisis, porque de alguna forma vuelve esto visible, que es la dificultad para de repente representar estos como hiper-objetos, podríamos decir, el sistema global de la energía. Y que esto conecta directamente con el ámbito incluso de la forma de organización política de las sociedades. Hay otro concepto, que me gusta mucho, que es el concepto que acuñó el Timothy Mitchel, un historiador, geógrafo, de la energía, y que habla de la democracia del carbón, y que de alguna forma, el petróleo explica una forma particular de organizar nuestra vida política y social y que en la medida en que el sistema del petróleo entra en crisis, también se abre la posibilidad de problematizar los fundamentos de esta vida en común.

 

Dicho eso, creo que de alguna forma, lo que esta crisis enuncia, la crisis de los precios del petróleo, etcétera, conecta más bien con un debate que tiene que ver con los países petroleros, sobre todo, y ahí creo que de alguna forma Estados Unidos es… la quintaesencia con su industria del fracking subsidiado, o sea, los países que producen y que generan, y que organizan su producción en torno a los combustibles fósiles. Y el caso de Chile, es cercano pero tiene, creo, cosas similares o..y diferencias que creo que hay que plantear, pero, que a nivel global, como la superabundancia de stock y como la crisis de precios, y eventualmente lo que podría llegar a ser la crisis de la industria, de la industria sobre todo del fracking, o de la forma de producción de petróleo más barata, y que son ambientalmente más costosas, es una tremenda oportunidad para acelerar políticas de descarbonización desde el Estado, y un poco también todo el debate que hay en el mundo americano sobre dejar caer, cómo dejar caer esta industria, hasta dónde sostenerla, etcétera.

 

Entonces, un tema que a mí me interesa mucho con respecto a la alternativa, es cómo nosotros podemos de alguna forma hackear o volver problemático desde las ciencias sociales y las humanidades esta dominancia de una mirada tecno-económica de la transición energética. Es decir, como… que está asociado a temas de escala, a temas de venta, a temas de mercado global, etcétera, que es, creo yo, por lejos el eje dominante del debate en Chile de las transiciones. De hecho, cuando uno ve las publicaciones sobre transición energética, una gran mayoría están en ese clivaje. Y creo que el desafío ahí, y ahí nos ayuda un poco esta catarsis de los precios del petróleo, es imaginar una cultura post-carbono o post-petróleo que también trasicenda los arreglos sociopolíticos propios de circulación de commodities de energía, en el fondo, o sea no transformar Chile en una Arabia Saudita, o en algún otro gran productor y exportador, sino aprovechar esto como una oportunidad para pensar formas de vida en común distintas.

 

Los instrumentos públicos, pero también las formas de relacionamiento, incluso de los actores, están generalmente enmarcadas en esta dinámica de en el fondo, las energías renovables no convencionales, es decir, las que son las dueñas de la transición, tienen que ser también un buen negocio, o tienen que transformarse en una oportunidad de desarrollo económico, global, etcétera. Esa es una apuesta que en Chile uno ve desde el Estado, desde hace muchos años, de hecho, no sé si tu sabías, pero Chile es uno de los pocos países que ha avanzado mucho en el cambio de la matriz energética sin ningún tipo de subsidio, y un poco tiene que ver con este dogma neoliberal de que los subsidios son ineficiencia, etcétera, o sea, en Chile todo lo que se ha avanzado es a precio de mercado, los modelos europeos de Alemania y España, dependían mucho de subsidios estatales para poder instalar esta tecnología, y en Chile eso no fue así, y eso es algo que hace que los técnicos de temas energéticos se ufanan mucho, que acá no se perdió un peso del Estado… Pero lo que nos dice a nosotros más desde la sociología, es que lo que subyace a esta transición, y eso yo creo que es lo que hay que problematizar críticamente, y lo que estamos haciendo en el Núcleo Milenio, es esta idea de que la energía se entienda como un espacio puramente tecno-económico, que implica una ganancia comercial, etcétera. Por eso es que podríamos, y estamos corriendo el riesgo de transformar esta oportunidad de transformación más profunda, más radical hacia el post-carbono, en una transformación puramente tecnológica, y eso creo que no… no lo veo muy… o sea, no es improbable. Piensa que ahora se está haciendo un Instituto de las Tecnologías Limpias, por ejemplo, en Chile, que es gigantesco, monstruoso, pero que está asociado únicamente a estos parámetros: cómo transformamos las posibilidades de las energías renovables no convencionales nos permite transformarnos en una potencia exportadora de bienes elaborados. Y eso deja afuera del debate una cantidad enorme de posibilidades, de posibilidades como socio-técnicas, o de arreglos tecno-sociales, que no son necesariamente comerciales.

 

Para ponerte un ejemplo: la generación distribuida, las renovables no convencionales permiten formas de generación comunitaria, por cooperativa, por unidades territoriales pequeñas que es fabulosa en términos de configurar formas políticas también alternativas. Bueno, el lobby y la forma de organizar la transición en Chile, ha dificultado muchísimo ese tipo de cambios, que son cambios que son muchos más interesantes en términos socio-políticos, pero que tecnológicamente están rodeados de temores, por ejemplo, nosotros en una parte del trabajo de campo que hicimos en el Fondecyt, estudiábamos cómo los técnicos asociados a… cuando se regulan la transición energética construyen metáforas que excluyen este tipo de transformaciones más radicales del debate de lo posible. Por ejemplo, muchos técnicos…. en el terreno que hicimos cuando se debatían las leyes en el senado, en el parlamento, asociada a la generación distribuida, o cualquier forma de generación que no está asociada a grandes distribuidores, a dinámicas a lo que ellos llaman “el espiral de la muerte”. ¿Qué significaba “el espiral de la muerte”? Esta metáfora de que cualquier forma de experimentación puede costarnos el desabastecimiento, escasez, problemas de precios, etcétera. Entonces claro, esta lógica más tecno-económica de la energía se impone. Lo mismo con la plasticidad de la infraestructura energética en términos de generación comunitaria y política, que es algo que yo también he trabajado, de hecho ahora recién publicamos un paper con un colega, con el Felipe Raglianti, sobre cómo las infraestructuras asociadas a la transición energética son espacios políticos, de transformación, de empoderamiento, de creación de cooperativas, de colectivos, y depende mucho de cómo lo organizamos para poder sacarle punta más allá de lo económico. Entonces creo que el principal, para mí, límite o problema, es esta dominancia de este imagnario tecnoeconómico, como hay muchos que hablan del “techno fixing”, o de la modernización ecológica, y me parece que no tiene hoy día, en el contexto actual, y frente a la urgencia que tenemos, un oponente que esté a la altura. Y eso creo que es un tremendo desafío para nosotros los cientistas sociales, porque lo que uno observa es que incluso discursos interesantes, cuando bajan a nivel de políticas públicas, cuando se transforman o se instalan en la realidad, quedan filtrados por esta gramática del negocio, del profit, de la viabilidad económica, etcétera. Ponte tú, otro proyecto que ahora estamos escribiendo del Fondecyt sobre el mundo de la economía circular, que eventualmente uno podría decir: bueno, cualquier transición hacia el post-carbono tiene que repensar la relación que tenemos con los recursos, la duración, etcétera, pero generalmente las políticas de economía circular, o la forma en que un discurso tan entre comillas bonito se baja, está muy amarrado a la idea de viabilidad económica, ganancia… Nosotros hemos estado haciendo etnografía con pequeños actores económicos que quieren desarrollar tecnologías acá, y en el fondo, lo que empieza desde el punto de vista de una ambición de transformación, termina siendo un negocio de un prototipo específico, porque los encuadres institucionales te llevan, y también la forma en que está organizado el campo, te lleva a tener que operar de esa forma.

 

Bueno, este debate está súper visible a propósito de la pandemia, con la cantidad de intelectuales hombres mayores que salieron a aventurar el fin del capitalismo, el fin del carbón, lo cierto es que ese tipo de discursos son interesantes, porque son performativos, y permiten como imaginarse algo que viene, pero también son incapaces de tener una bajada más concreta, más material, entonces creo que la alternativa a esta cosa, a esta visión más eco-modernista, más de capitalismo verde, se juega en esta doble trampa entre el localismo y la declaración generalista, más bien vacía, eso va a depender de las tradiciones de las cuales vienen, y creo que ahí hay un tremendo desafío, que no se ha logrado articular un discurso más concreto, más plausible, de transformación, que venga a ofrecer una alternativa. Y yo creo que ahí hay algo interesante en el Green New Deal, a pesar de que también es una de las críticas que le hacen, cuando le dicen el “Green New Dream”, que tiene que ver con la implementación, la materialidad, etcétera. Entonces, para mí, ese es un gran tema de debate de la sociología, de las ciencias sociales, porque también nosotros también hemos dejado de hacer un trabajo que hicimos, o alguna vez se hizo con mucha fuerza antes del advenimiento del orden más bien neoliberal. Entonces, cosas que se me ocurren, cómo trascenderlo, hay varias, y son algunas de las cosas en que he estado trabajando, en términos de estudios empíricos, pero en general tiene que ver con evitar estas dos trampas que yo creo que han absorbido la energía de un contra-discurso o un contra-movimiento. Por una parte, lo que te comentaba sobre el problema del localismo: se sitúan en un registro escalar que es súper interesante en términos de transformaciones biográficas, incluso de comunidades, pero es completamente inviable en escalarmente para lo que se requiere para una transición de este tipo, por lo tanto cuando uno pone estos discursos más periféricos, los confronta con las alternativas que se diseñan en este encuadre más tecno-económico, aparecen desprovistos de ambición, son muy pequeños, no funcionan… está el típico tema de cómo vamos a… o sea, uno no puede hacer una transición para la India solamente en este tipo de… y hay mucha, una tradición grande en las ciencias sociales críticas ambientales de este tipo, que viene del movimiento ambiental, etcétera. Y su versión más… una de las versiones más puras, creo, es el decrecimiento, que es súper interesante como movimiento, pero que también plantea pregunta en relación a la escala. Y la otra trampa, que creo que está en la antípoda, es esta como, de alguna forma, naturaleza a veces excesivamente abstracta y declarativa que tienen estos discursos críticos, que muchas veces no son capaces de articular una propuesta concreta o una bajada concreta a la propuesta, y más bien organizan como un debate en torno a los fines o a los parámetros, etcétera, y ahí lo que comentaba era, a propósito de la pandemia, cómo el debate que se armó en la filosofía por la cantidad de intelectuales públicos que salieron a diagnosticar en términos generales advenimientos de un nuevo algo, pero que en general, en esos discursos nunca se termina de dibujar lo suficientemente, entonces termina siendo muy abstracto. Entonces, estas dos trampas, creo yo, de alguna forma  inhiben o han inhibido la posibilidad de articular un imaginario alternativo potente, que funcione, para construir o pensar en esta transición ambiental como un espacio de re-pensar nuestra vida en común.