¿Cómo estudiar el espacio doméstico en Chile? En la sexta entrega de Pensamiento Nómada, conversamos con Consuelo Araos acerca de la noción de allegamiento, cómo se ha estudiado y qué interrogantes abre sumergirse en las prácticas residenciales de las distintas configuraciones familiares en contextos urbanos. ¿Cómo avanzar hacia la creación de políticas públicas que se ajusten a la manera en que, de hecho, se despliegan las relaciones familiares en relación con el espacio?

 

Escucha el capítulo a continuación:

 

Pensamiento Nómada · Episodio 6 : Consuelo Araos – La proximidad invisible

 

También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:

 

 

Yo diría que todo el estudio del allegamiento en Chile siempre estuvo muy influenciado por la mirada de la política pública, por los criterios de la política pública, sus prioridades, sus lógicas y sus categorías, y entonces en general las ciencias sociales, a mi juicio, han tenido muy poca autonomía para el estudio del fenómeno con respecto a la política pública.

 

Soy Consuelo Araos, soy profesora y académica del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, me dedico a estudiar las vidas domésticas y las relaciones residenciales de las familias chilenas. Y soy parte del Laboratorio 9×18, dedicado a la investigación interdisciplinaria en vivienda social y regeneración urbana para innovar en políticas de vivienda.

 

Bueno, cuando yo partí estudiando el allegamiento que fue hace bastante tiempo, te diría que había un claro declive en el estudio del tema a partir del año 2000, siendo que había sido un tema súper importante de estudio como desde mediado de los años 80′ hasta finales de los 90′. Entonces en el momento en que yo estudié, la verdad es que sobre todo había un desinterés muy fuerte en el tema, que tenía que ver con que el problema como para la política pública había dejado de ser el de lo que se ha llamado los allegados, o de los ‘sin techo’, al de los ‘con techo’, o sea, cómo se había en el fondo, con todas las políticas de vivienda masiva que habían buscado reducir el allegamiento, finalmente se habían generado nuevos problemas que tenían que ver más bien con la segregación y con la generación de estos grandes guetos. Entonces ese había pasado a ser el problema, y el allegamiento quedó como escondido. Ese sería un primer punto de crítica en el fondo, de que en ese minuto el allegamiento dejó de ser un tema relevante, no porque el fenómeno en sí mismo dejara de existir y de ser importante, sino porque desde el foco de la política pública no era el tema de mayor interés. Y relacionado con eso también, quizás ha habido siempre un predominio de perspectivas bien economicistas sobre el tema, y eso se refleja muy bien quizás en la forma en que ha sido definido, de forma más sistemática y estándar el allegamiento, que es como básicamente lo define la CASEN que es como una estrategia de sobrevivencia de los hogares, que por ciertas carencias, sobre todo en términos habitacionales, renuncian a su potencial autonomía residencial y entonces configuran hogares o grupos residenciales extendidos. Entonces te diría que esta definición predominante del allegamiento como una estrategia de sobrevivencia puede resumir muy bien cómo ha sido estudiado en Chile, y cuál ha sido la dimensión predominante. Entonces yo un poco lo que he hecho es tomar esa definición, e irla a testear de algún modo al terreno, siempre desde una perspectiva, primero muy cualitativa, y después cada vez más etnográfica. Y rápidamente me fui encontrando con que esa definición y todas sus dimensiones, también las categorías más técnicas, los conceptos, las herramientas de medición están dentro del mismo alero, de este paradigma de las estrategias de sobrevivencia. Y eso tiene además un correlato grande en América Latina, es toda una tendencia dentro de la investigación, en general, sobre sectores marginales. Entonces yo te diría que el punto de partida es ese, y que básicamente todo mi aporte al estudio del allegamiento ha sido establecer un diálogo crítico con esta perspectiva, en distintos aspectos, y eso ha incluido desde cuestionar y redefinir, reformular los conceptos, y las herramientas tanto conceptuales como metodológicas de las cuales aprendemos el fenómeno y lo visibilizamos, hasta proponer nuevas vías de explicación o comprensión de su naturaleza y sus caracterísitcas.

 

Por un lado te diría que una de las críticas importantes con respecto a la explicación como estrategia de sobrevivencia, es esta idea como una mirada muy instrumental sobre el allegamiento, es decir, las personas, o las familias, si lo pensamos como un poco más grupalmente, establecen una relación instrumental, estratégica con esta dimensión que tiene que ver con los arreglos residenciales, y cómo yo organizo esos arreglos residenciales familiares, con quiénes vivo y con quiénes no, en función de ciertos procedimientos de optimización, de maximización de ventajas y reducción de costos. Entonces aparece una visión sobre la realidad familiar que es fuertemente instrumentalizadora, y donde además rápidamente aparece que estas formas de vida, estas formas de organización residencial no tienen un status propio de sentido y de ser, sino que obedecen a otro tipo de finalidades, que son especialmente de tipo económica, fundamentalmente, y con ello, entonces, podríamos decir que, no sé si se le disminuye, pero claramente aparece una dimensión un poco peyorativa, un carácter como transitorio de estos arreglos, donde la finalidad última de la vida familiar, que es conseguir la autonomía, queda por así decir sacrificada momentáneamente o transitoriamente para resolver ciertos problemas que son como externos al ámbito familiar. Y yo te diría que esa dimensión instrumental del allegamiento ha empobrecido, sobre todo, yo no diría que no es que no exista la dimensión más estratégica o un aspecto de algún grado de juego, de las decisiones, más en la línea  de una definición bourdieusiana de estrategia, sino que se reduce, se empobrece mucho el fenómeno, y además las ciencias sociales, y toda la mirada académica y especializada sobre el tema,  cae en esta suerte de prejuicio de que finalmente es una condición de un status inferior, que tiene que ser superada. Un profesor en Francia habla del ‘Target Notion’, o sea, se identifica el allegamiento para en el fondo medirlo y eliminarlo, superarlo, por así decirlo. Y entonces no abrimos la posibilidad de entender este fenómeno como en su dimensión constitutiva.

 

Y por otra parte, el tema de las estrategias de sobrevivencia, tiene que ver con la dimensión, con esta asociación entre allegamiento y pobreza. Por lo tanto, quienes recurren a esta, obligadamente, no les queda otra, por así decir, si es que son racionales, de renunciar a la expectativa de la nuclearidad y tener que sacrificarla por lograr conseguir, o superar ciertas dificultades, entonces, por así decir, quiere decir que quienes lo necesitan son personas que están bajo condiciones de pobreza, o de precariedad, o de limitación económica importante, y eso tiene que ver en gran medida con una mirada muy reduccionista del fenómeno, en la medida en que solamente se considera la unidad de análisis con la que yo estudio la familia es el hogar, como una definición propia de la estadística, que viene a su vez de la administración en el fondo, y que identifica el allegamiento con formas de corresidencia estricta, y por lo tanto deja de observar el dinamismo de las configuraciones residenciales, que sobrepasan de muchas maneras los límites del domicilio. Y entonces de lo que yo me fui dando cuenta es que en la práctica, las lógicas del allegamiento desbordaban los límites de lo que podía ser considerado por la administración o la política pública como el domicilio, y más bien se generaban formas muy dinámicas de combinación entre corresidencia y otras prácticas que están en el límite, que yo las denomino de casi corresidencia, morfologías de casi corresidencia, donde uno observa que a veces casas que están vecinas, o dentro de una misma cuadra, por mostrarte algunos ejemplos, operan en la práctica como formas casi equivalentes, muy cercanas a lo que llamamos el allegamiento porque básicamente constituyen ambientes de vida en común entre familias emparentadas que comparten los aspectos más relevantes de la vida cotidiana de forma muy cercana a lo que sería la corresidencia. Entonces te diría que también hay una crítica ahí en términos como de la unidad de análisis y de el foco de cuando vamos a observar este fenómeno, y un poco abrir eso, que originalmente yo lo llamé la idea del allegamiento ampliado, o sea cómo se daban estas lógicas de casi allegamiento entre casas que no eran las mismas pero que estaban muy cerca, me permitió, me abrió el estudio del fenómeno más allá de los sectores más pobres, porque me di cuenta que esas prácticas estaban muy presentes en clases medias y altas, de hecho eran sorprendentemente comunes, y que por lo tanto parecía ser que mirado desde un ángulo más amplio el fenómeno, esta “necesidad” o búsqueda por generar formas fuertes de interdependencia entre familiar emparentadas, no era solo un asunto de los pobres, sino que también mucho más transversal, y que aparecía como un rasgo del hacer familia bastante más extendido, y ahí entonces partió esta idea de pasar del estudio de la corresidencia o el allegamiento al estudio propiamente de un fenómeno más amplio que es de la proximidad residencial y de las prácticas de casi corresicencia.

 

Algo interesante es poder distinguir las dimensiones que se cruzan, en este caso por ejemplo esta dimensión digamos así del parentesco, en el allegamiento hay relaciones de parentesco, hay relaciones de residencia, y hay relaciones de subsistencia, y esas relaciones a veces pueden coincidir entre sí, pero también se producen desacoplamientos, y también puede ocurrir entonces que, creo que distinguir entre esos tres niveles ayuda harto para, por ejemplo, entender estas reconfiguraciones bajo situaciones de crisis, en particular la crisis actual, que toca directamente las formas en que nos organizamos en la corresidencia, o sea, residencialmente, y sobre todo porque yo te diría que lo que más, uno podría decir, se ve interrumpido, es esto último que hablamos, o sea, la norma o la exigencia del distanciamiento físico, lo que va a interrumpir son estos flujos, cotidianos, habituales, de los cuales somos poco conscientes, pero de los cuales está hecha la vida de gran parte de las personas, entre casas que son interdependientes, entre las casas fundamentalmente de padre, madre, y sus hijos y nietos en esa línea, pero también entre hermanos y hermanas, a veces entre primos, y esos flujos que permiten en el fondo entender que cada una de las casas que se tienden a estudiar de forma aislada, en la práctica del habitar están en general insertas en estas configuraciones que les llamamos de casas, o redes de interdependencia, gracias a las cuales las propias casas se constituyen y muchas veces pueden subsistir como casas, pueden lograr las personas, por ejemplo, mantener una cierta autonomía porque tienen todas estas ayudas e intercambios, y vida en común al interior de ambientes residenciales más complejos. Entonces, lo que es más, uno podría adivinar, más violento como ruptura de esta normalidad es la interrupción de la fluidez y de la regularidad de esos flujos, es decir, de pronto nos damos cuenta, y yo creo que eso probablemente es lo que en términos más fenomenológicos le ocurrió a mucha gente, que al no poder hacerlo, al aparecer esta prohibición, de pronto nos dimos cuenta de cuánto circulábamos, o de cuán interdependientes éramos con esos otros que cuando vienen y me preguntan con quién vive usted, no los nombro. Entonces yo te diría que el aspecto, digamos así, esta dimensión residencial, probablemente va a verse fuertemente afectado, reconfigurado, bajo ciertas condiciones, pero también, eventualmente, en la medida en que se ven muy obstaculizados los flujos y las circulaciones entre casas, también pueden ocurrir otros modos de sustituir esas circulaciones, que eran copresenciales, que implicaban trasladarse de una casa a otra, el aparecer en la casa del otro, pasar, etcétera, bajo otras fórmulas, que puede ser eventualmente incrementar las formas de contacto a distancia, que tiene que ver más con esta dimensión que podríamos decir afectiva, o de presencia del parentesco, el ser hijo, el estar ahí como hijo, como padre, o con los nietos, con los abuelos, eventualmente sustituir la copresencia, que es muy importante dentro de estas configuraciones por formas de comunicación a distancia, y también algo que es bien interesante, es cómo se van a reorganizar las circulaciones de ayuda y de intercambios más materiales.

 

Tengo la impresión de que, uno podría pensar, bajo estas circunstancias, eventualmente, por ejemplo, la corresidencia estricta, el allegamiento estricto puede haber aumentado en ciertos sectores medios y altos, bajo estas condiciones, justamente por lo que hablábamos, porque las facilidades para mantener estas relaciones de interdependencia a distancia o sin corresidencia se ven muy dificultadas, pero también ocurre esta situación compleja que es como un poco de los dramas que han emergido durante este periodo, que es la visibilización de las condiciones habitacionales bajo las cuales esta posibilidad del vivir juntos se da en una ciudad como Santiago de forma muy desigual. Podríamos decir ya, este ideal del vivir juntos pero no revueltos, o del estar cerca, lo más cerca mejor, entre padres e hijos, grupos de parentesco más amplios, claro, es transversal uno podría decir, se observa en todos los grupos socioeconómicos, pero las formas, las morfologías en las cuales se lleva a cabo y tienen lugar efectivamente estas configuraciones o clusters familiares, son extremadamente desiguales. Y justamente, una de las cosas que yo he tratado de visibilizar con mi investigación, es eso, es decir, cómo finalmente las familias ricas y de clases medias tienen en el fondo muchas oportunidades para vivir la proximidad sin que se note tanto, porque digamos así los aspectos negativos de la proximidad, o más complejos, no se viven, porque logramos, por ejemplo, no sé, nos compramos casas en la misma cuadra, o nos construimos todos casas en un mismo terreno, o en distintos departamentos de un mismo edificio, etcétera, entonces es como una forma laxa y suave de la proximidad, que la podemos regular con mucha facilidad. En cambio en los sectores que dependen básicamente de las políticas públicas para poder acceder a la vivienda, se ven enfrentadas a este escenario dicotómico, donde si quiero vivir cerquita, entonces vivo junto con, o muy apretado, o tengo que vivir allegado, esa es mi posibilidad más certera de poder vivir cerca, y si no, en el fondo si no quiero vivir de allegado, tengo que renunciar a la proximidad y pasar al extremo de tener que irme a muchos kilómetros de distancia al otro extremo de la ciudad. Entonces te diría que básicamente esa realidad es algo que está bien oculto. Ahora, cuando nos vemos enfrentados a que las distintas, bajo los contextos de allegamiento, hay muchísimas formas en que yo logro alivianar cotidianamente esta especie de, o logro gestionar, esta estrechez. Es decir, el hecho de que tenemos que vivir cuatro familias, a veces, tres familias, o a mí me ha tocado ver incluso cinco familias en un mismo sitio, eso ya es como harto espacio, porque a veces tiene que ser en un mismo departamento, pero en la vida normal encuentro muchas maneras de gestionar esa estrechez, por medio de los ritmos de usos de las casas, de las salidas al trabajo, del uso de las calles, de los espacios exteriores, de las veredas, y también de toda una cierta cantidad de redes familiares, en torno a las calles a los pasajes, donde por ejemplo los niños circulan, las personas van y vienen, entonces en ese modo, la experiencia real de la estrechez de coincidir todas estas familias en un mismo sitio, en una misma casa, se aliviana por así decir, gracias a la gestión de los ritmos y de la distribución de los usos de espacios, y hay pocos momentos en los que se coincide de forma total. En cambio, bajo estas circunstancias de encierro, esa coincidencia se vuelve algo constante.

 

Me gustaría destacar, que de forma bien interesante, salió una nueva modificación del Decreto Supremo Nº49, donde en el fondo se incorporaron numerosas modificaciones, entre las cuales nosotros contribuimos como laboratorio, para poder empezar a poder llevar a la práctica todo un conjunto de nuevas políticas y programas de vivienda social, que lo que buscan es un poco ir en contra, parar esta lógica de la erradicación de las familias, de romper estas redes, y cómo lograr que más bien las políticas de vivienda sean de radicación, y que por lo tanto se puedan mantener de algún modo los aspectos virtuosos del allegamiento, pero pasando de una lógica de corresidencia a una lógica de casi corresidencia, y de ese modo, en el fondo, incorporar, o empezar a igualar un poco estas oportunidades que tienen las familias para lograr el equilibrio de la proximidad residencial, y entonces quisiera destacar eso y cómo ese tipo de avance nos permite pensar en una lógica de producción de vivienda social de radicación, de densificación a escala mediana, y sobre todo, de incentivo o incremento de las oportunidades para que las familias, en la medida en que lo quieran, puedan acceder a sus propias viviendas, sin para ello tener que renuncias o sacrificar a la proximidad.