“Lo que plantearon personas como Mariarosa Dalla Costa y Antonio Negri en su momento fue el hecho de que la producción capitalista había desbordado el espacio individual de la fábrica y se empezaba a derramar por todo el tejido social: en hogares, escuelas, cárceles, así como en el arte y la cultura popular. De la misma manera, hoy podemos observar el modo en que el extractivismo empieza a desbordar los límites del sector primario individualmente considerado y a proyectar sus lógicas y relaciones sociales a las tecnologías digitales, los sistemas logísticos, el sector inmobiliario y el financiero, entre otros.

Pensar en términos de una mina global o una mina planetaria implica justamente desarrollar mecanismos teórico-metodológicos para poder captar estas relaciones de interdependencia en la economía global… Pero el concepto de una mina planetaria también comporta un problema de carácter político-estratégico de primer orden, pues implica un esfuerzo de superar la fragmentación de la subjetividad productiva de las clases trabajadoras…”

 

 

 

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