Temporada 2, Episodio 6: Maracena Marey – La praxis

El problema de la praxis atraviesa la historia de la filosofía política. En este episodio de Pensamiento Nómada, Macarena Marey hace un recorrido por los distintos usos y significados de este concepto, tanto en la filosofía aristotélica y las éticas helenísticas, como en la filosofía moderna y las teologías revolucionarias del siglo XX.   Macarena Marey es Doctora en Filosofía, Investigadora de CONICET y Directora del Núcleo de Estudios Críticos y Filosofía del Presente (Instituto de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires) y enseña de Filosofía Política en la UBA. Hizo estancias de investigación en Alemania, España e Inglaterra. Se especializa en la tradición del contrato social y teorías de la democracia y actualmente investiga sobre secularismo en el siglo XXI. Es autora de Voluntad omnilateral y finitud de la tierra (La Cebra: 2021) y editora de Teorías de la república y prácticas republicanas (Barcelona, Herder: 2021). Publicó trabajos sobre filosofía política en numerosas revistas (como Constellations, Kant-Studien, Critical Horizons, Problemos, Isegoría, Ideas y valores, Areté, etc.) y en libros de diferentes países. Dirige el proyecto de investigación “La noción de consentimiento en las teorías modernas del contrato social: cuestiones conceptuales y normativas” (Agencia Nacional de Promoción Científica y Tecnológica).   Escucha el capítulo a continuación:  

Temporada 2, Episodio 5: Raimundo Frei – La amistad

¿Qué es la amistad? ¿Qué hay en la relación con nuestros amigos y nuestras amigas que nos remite tanto a lo cotidiano como a nuevas perspectivas para entender nuestro lugar en la sociedad?¿Qué relación guarda la amistad con los rasgos de lo cívico, de la ciudadanía, de la democracia?   En este nuevo episodio de Pensamiento Nómada, conversamos con Raimundo Frei acerca del concepto de la amistad. El profesor Raimundo Frei es sociólogo y magíster en filosofía política por la Universidad de Chile, y Doctor en sociología por la Universidad de Humboldt de Berlín. Actualmente se desempeña como Profesor Asistente de la Escuela de Sociología de la UDP. El episodio  hace una revisión de la preocupación por el concepto de amistad, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, y nos adentramos en sus rasgos constitutivos, abordando la pregunta acerca de cómo la amistad puede (o no) ayudarnos a comprender la política, la democracia y la libertad.   Escucha el capítulo a continuación:    

Temporada 2, Episodio 4: María Julia Bertomeu – La libertad

¿De qué hablamos cuando hablamos de libertad? ¿Qué tiene este poderoso concepto que desde la antigüedad ha inspirado un sinnúmero de luchas políticas, tradiciones artísticas y debates teóricos? ¿Por qué debemos repensar la libertad hoy?   En el cuarto episodio de la nueva temporada de Pensamiento Nómada, María Julia Bertomeu arroja luz sobre estas y otras preguntas relacionadas con la libertad. La profesora Bertomeu es investigadora principal de Conicet, doctora en filosofía de la Universidad Nacional de la Plata, y especialista en los campos de la ética práctica y la filosofía política. El episodio hace un recorrido por los orígenes de la libertad en el Mediterráneo antiguo, por sus interpretaciones renacentistas y de la filosofía moderna, y culmina con una lectura feminista y republicana que nos invita a ampliar radicalmente lo que usualmente entendemos por este concepto.   Escucha el capítulo a continuación

Temporada 2, Episodio 3: Luciana Cadahia – El republicanismo

¿De qué hablamos cuando hablamos de Republicanismo? ¿Qué transformaciones ha sufrido este concepto?   En el tercer episodio de la nueva temporada de Pensamiento Nómada, conversamos con Luciana Cadahia, profesora del Instituto de Estética de la Universidad Católica de Chile. Cadahia trabaja sobre el concepto de lo popular desde una perspectiva estético-política, y en este episodio conversamos sobre el surgimiento del concepto de republicanismo, su potencialidad emancipadora y su estrecha relación con procesos de cambio social que se desenvuelven en la actualidad.   Escucha el episodio completo a continuación

Temporada 2, Episodio 2: Francesco Callegaro – El socialismo

¿Qué es el socialismo? ¿cuáles son sus características? En el segundo episodio de la nueva temporada de Pensamiento Nómada, conversamos con Francesco Callegaro, filósofo de las ciencias sociales de la École de Hautes Études en Sciences Sociales de Paris, y de la Universidad de San Martín, en Argentina. Revisamos algunas consideraciones generales sobre el concepto de socialismo en la tradición de la filosofía política, para luego adentrarnos en cómo este concepto se ha desplegado en el seno de la teoría social. Echando mano al trabajo de Francesco sobre las obras de Durkheim y Marx, intentamos adentrarnos en la importancia del concepto de socialismo para la realidad política contemporánea.   Escucha el episodio completo a continuación

Temporada 2, Episodio 1: Laura Quintana – La política

¿Qué es la política, cómo podemos entenderla y cómo podemos observar sus lógicas?   En el primer episodio de la segunda temporada de Pensamiento Nómada, conversamos con Laura Quintana, directora del Departamento de Filosofía de la Universidad de Los Andes en Bogotá. Revisamos algunas consideraciones generales del concepto de política para comprender cómo se ha entendido en la tradición de la filosofía política reciente y no tan reciente. Luego, avanzamos hacia la aproximación de la política y la democracia como 'desacuerdo' y, finalmente, conversamos sobre subjetivación política, movimientos sociales, y el lugar de lo afectivo en este esquema. La pregunta general que ronda al capítulo es por qué es relevante este concepto para la realidad contemporánea.   Escucha el episodio completo a continuación  

Episodio 7: Kathya Araujo – Olvidar estratégicamente la modernidad

¿Qué significa olvidar estratégicamente la modernidad? ¿Por qué y cómo hacerlo? En el séptimo episodio de Pensamiento Nómada, conversamos con Kathya Araujo sobre esta provocadora idea, los fundamentos sobre los que se sostiene, y los inevitables desafíos que delinea. Una invitación a enfrentar los cimientos de las ciencias sociales para abrir paso a la producción de conocimiento desde la sospecha fundada y la teorización informada.   Escucha el capítulo a continuación:       También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:       Mi propuesta es que hay que hacer un olvido estratégico de la modernidad. Y el estratégicamente no es menor para lo que yo quiero plantear. Mi punto, en el fondo tiene que ver con que en las ciencias sociales latinoamericanas, bueno, chilenas también, pero en general en América Latina yo diría, han tendido a tener como centro de discusión a la modernidad, o sea, la modernidad ha sido un centro permanente a partir del cual hemos tratado de pensarnos, cuán modernos somos, cuán no modernos somos, qué tipo de modernidad tenemos, en qué medida la modernidad nuestra es fallida o no, ha sido siempre una referencia a partir de la cual nos hemos ido pensando, críticamente o a-críticamente, de las dos manera, y yo sé que hay algo provocativo en decir que hay que olvidar estratégicamente la modernidad, sin duda, pero lo provocativo, tengo la impresión, no quita lo razonable, voy a tratar de convencer, ahora, de que es razonable.   Soy Kathya Araujo, soy académica del Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de Santiago de Chile, y además directora del Centro Núcleo Milenio Autoridad y asimetrías de poder, he investigado por mucho tiempo en las áreas de sociología de la individuación, configuración de sujetos, y sociología de las normas, autoridad en particular pero no solamente. He trabajado en teoría feminista y estudios de género, y teoría social. Y además de eso, soy psicoanalista.   Decir que la modernidad ha sido una referencia tiene al menos dos lecturas. Una, que efectivamente si tu ves el debate latinoamericano, es un debate en que el Siglo XX, en particular en la última parte, o sea la más contemporánea, la modernidad siempre está presente, ya sea en los estudios sobre identidad latinoamericana, como los textos de García Canclini, o la propuesta de modernidades de heterogeneidad de Cornejo Polar, es decir, hay un debate permanente respecto de eso, y también, desde otro lado, en todas estas otras orientaciones que son orientaciones más recientes, que tienen que ver con el pensamiento post-colonial, y especialmente el decolonial, que es un aporte del pensamiento latinoamericano a este debate de los estudios, esta línea de estudios entre subalternos, post-coloniales, etcétera, que hacen una crítica también a la modernidad, y de nuevo la modernidad está colocada en el centro. Luego, por supuesto, tenemos una cantidad de otros estudios en los cuales eso no es puesto en cuestión, pero la modernidad de alguna u otra manera está también presente en la medida en que la importamos, importamos su efecto de modelo en la medida que importamos teorías y conceptos. Entonces, están o estas lecturas que ponen en el centro la cuestión de la modernidad, que podemos hacer una crítica más detallada después, o tenemos estas otras maneras en las cuales la modernidad directamente no está puesta en cuestión, pero lo que hay ahí es una recepción a-crítica a partir de la recepción de la teoría y de los conceptos, y de las nociones.   Yo creo que las dos posiciones, honestamente, son problemáticas. Cuando tú trabajas respecto de la modernidad, y voy a centrarme en el debate decolonial y post-colonial más cercano, cuando tú pones a la modernidad en el centro, yo creo que el pensamiento post-colonial y decolonial ha hecho un gran aporte al tratar de discutir algo que ya muchos autores latinoamericanos habían discutido antes, y que habían hecho aportes, antes de que esto apareciera, hay muchos debates sobre esto, y aportes. Pero ellos, me parece, sintetizan y colocan en el centro esta reflexión en términos de relaciones de poder, y me parece, con razón, denuncian y critican el eurocentrismo, y critican estas relaciones de poder entre el centro y la periferia, y la manera en que eso tiene consecuencias epistémicas muy graves y muy centrales. Y yo creo que lo hacen con razón, porque creo que efectivamente hay más de una razón para estar de acuerdo con que ahí hay un verdadero problema cuando uno no lo deja pensado. Creo que es problemático cuando esa lectura termina en posiciones que son posiciones que lo que hacen es anular el diálogo con toda esa producción llamada moderna, o toda esa producción hegemónica de los países centrales y además reivindicar una especie de autenticidad o de voz auténtica, y creo que ahí hay un problema porque en realidad tengo la impresión de que uno simplemente deja afuera una serie de aportes que ha traído ese debate que es central, y que además tiene como efecto reificar el conocimiento, reificar a los actores, colocar una especie de cordón umbilical que va desde aquel que enuncia hacia la verdad con una exigencia de autenticidad. Yo creo que es problemático por muchas razones que quizás no voy a poder desarrollar ahora, pero yo creo que es problemático eso. Pero también es problemático lo otro, también es problemático una postura en la cual lo que hay es básicamente, o una tendencia que uno también puede descubrir, en la cual lo que se hace es básicamente tomar teorías, conceptos, que vienen de otros lugares, y esas teorías y conceptos aplicarlos de manera indistintamente sobre nuestros objetos de estudio, y en el fondo uno termina siendo un sitio para encontrar las similaridades y la comprobación, o un sitio de expansión y generalización para esos conceptos, o básicamente el data mining, un surtidor, somos surtidores de datos para tesis que vienen de otros lugares, y yo creo que eso también es problemático, y en ese caso la cuestión esencial, y es ahí donde yo creo que hay que estratégicamente, es el lado donde sitúo mi argumento, es el lado por el cual yo insisto que estratégicamente hay que olvidar la modernidad, por qué, porque la verdad esas teorías, esas nociones, y ahí se vinculan las dos cosas, teorías, esas nociones, esos conceptos traen de contrabando a la modernidad, y al contrabandearla lo que hacen es que nosotros siempre estemos poniéndonos básicamente en esta relación comparativa, en donde por mucho tiempo hemos terminado sosteniendo lo que yo creo que está bien llamado como la narración del déficit. O sea, el individuo en déficit, la democracia en déficit, la moralidad en déficit, entonces continuamos con esta idea de déficit, que creo que no es una buena manera de acercarnos a conocer la realidad social, que es en el fondo lo que tenemos que hacer como sociólogos o sociólogas, es decir, un sociólogo o una socióloga en realidad a lo que está obligado es a poder encontrar maneras de entender lo que está en juego en esa sociedad y responder a esa sociedad, eso es básicamente, y luego la teoría son instrumentos, herramientas. Yo sé que hay gente que puede no estar de acuerdo conmigo, pero es como yo creo que es, son como herramientas que te van a permitir, que pueden transformarse, etcétera, pero que te permiten leer, trabajar sobre esa realidad.   Y cuando lo que tu haces es que esas herramientas las traes de otros lados, necesariamente lo que ocurre es que termina por producirse una distorsión en la manera en que interpretas esa realidad. Porque en realidad ya tienes un foco, y principalmente cuando lo que uno hace, y voy a decirlo en términos bastante generales, lo que uno tiende a hacer, uno está casi obligado por el modelo de investigación que se ha instalado -este modelo así, que es lo que tu tienes que poner tu marco teórico, y sobre todo bien referenciado, y sobre todo con mucha autoridad, autores autorizados, digamos, y luego de eso aplicarlo- entonces en ese momento en realidad lo que estás haciendo es tomar un instrumento que no necesariamente te va a servir. Y por qué no necesariamente te va a servir, porque en las ciencias sociales, nunca hay que olvidarlo, o en la sociología, las teorías se produjeron desde los clásicos, a partir de observaciones, a partir del recojo de información de una realidad viviente, y que ese recojo fue lo que formateó, lo que permitió construir elaboraciones de grados mayores de abstracción y que luego tuvieron además, porque los clásicos así se lo exigieron, niveles de generalización muy altas. Pero cuál es el fundamento final a partir del cual una teoría se construye, independientemente de que sea una teoría luego construida en un segundo nivel, en un segundo orden, el fundamento tiene que ver con aquello que alimentó, y eso que alimentó son observaciones, datos, elementos que han sido recogidos. Por supuesto, uno no recoge en desnudo, porque eso te dirían sobre todo los construccionistas, eso es cierto pero yo que no soy construccionista, que creo en lo que plantea el otro lado de esta discusión, que es que la realidad pone sus límites. Y entonces es verdad que la realidad social, o lo que enfrentas no es algo que enfrentes sin algunos elementos que te permiten acercarte a ella, pero la realidad pone sus límites, y esos límites están ahí. Y yo creo que el problema es que todas esas teorías, conceptos, nociones que nosotros utilizamos, y que traemos, no sé, Bourdieu, Foucault, di el que quieras, o Castells, o Weber, el que quieras, en realidad han sido nutridas por realidades, y por momentos, por condiciones sociohistóricas que han sido producidas por un hummus completamente distinto al nuestro, porque además nosotros sociólogos, excepto que hagas sociología histórica, tendemos a hacer estos cortes más transversales, pero en realidad estamos trabajando sobre realidades que se han ido produciendo históricamente, y que se van a ir cristalizando, cristalizando es una mala denominación, porque lo social se cristaliza poco, pero digamos que toma formas que luego van transformándose, pero a lo que voy en el fondo es esta cuestión que cuando tú tienes una teoría, tú lo que tienes es que esa teoría, esos conceptos y esas nociones se han alimentado de una realidad social particular, de una manera u otra, de debates particulares. Jeffrey Alexander, en su época construccionista total, decía que efectivamente una teoría era resultado de el investigador y su época, pero cuando tú dices eso, estás diciendo que es de su momento histórico, que quiere decir que es de la condición histórica de la que está saliendo, entonces si tú tienes todo esto en mente quiere decir que cuando tú recoges todo esto, tú estás asumiendo que tienes procesos que son procesos, o mecanismos, o sistemas que van a funcionar de la misma manera en una realidad u otra, entonces lo que tenemos que hacer, a mi juicio, es dejar de estar todo el rato peleando con la modernidad, si somos más modernos, menos modernos, no nos lleva a nada, y preocuparnos mucho más por saber cuáles son las herramientas con las que estamos tratando de leer la realidad social a las que estamos enfrentados, que también es una manera de olvidar la modernidad, en el sentido de ponerla a prueba, y ahí no se trata de olvidar, olvidar la modernidad es vamos a dejar de decir si somos más modernos, híbridamente modernos, anti-modernos... la modernidad es una narración que fue producida por un conjunto de países y en un conjunto además relativamente pequeño de países, que trataron de nombrar su condición histórica, y que como eran hegemónicos, empujaron, impulsaron ideales a otros lugares, y muchos lugares tuvieron que vérselas con eso, y ahí se produjeron otros procesos que hay que poder identificar. Si tu te quedas con la modernidad, tú siempre lo único que vas a ver es la distancia de este proceso, con este proceso, pero pocas veces vas a poder dar luz a lo que yo creo que es lo más interesante, que es a los rasgos propios de este proceso. Por eso, no es que la modernidad no exista, no es que no hayamos importado elementos normativos e ideales de la modernidad. Vivimos en una sociedad imbuida por el paradigma de derechos, el ideal normativo de la igualdad, todos esos son inventos modernos, así que los tenemos dando vueltas, eso no nos impide, sin embargo, que tú pienses que eso no necesariamente tienes que leerlo en términos entonces de las distancias de esa modernidad que terminó, por razones de hegemonía, convirtiéndose en el punto de referencia de evaluación valorativa, y en el fondo, en el modelo analítico hegemónico. Y todo eso es lo que hay que olvidar.   Para hacerlo, en realidad, hay que hacer un trabajo que debería empezar, eso creo yo, por lo menos lo he hecho en este tiempo, que debería empezar por poner en cuestión esos conceptos nucleares de la teoría social que siguen siendo conceptos nucleares y siguen siendo activos en la teoría social y en la teoría sociológica. Maurício Domingues, un sociólogo brasilero, los ha llamado los conceptos tendencia, son todos conceptos tendencia esos, pero son esos conceptos como secularización, diferenciación, racionalización, individualización... hay que ponerlos en cuestión, es decir, esas nociones pero otras también, que han sido nociones que se han mantenido a lo largo de este tiempo, y que nosotros seguimos heredando y usando como elementos, hay que ponerlas en cuestión. ¿Cómo ponerlas en cuestión? Lo que quiero decir es que no estás poniendo en cuestión las teorías concretas de Bourdieu ni nada, si no, básicamente esas comprensiones básicas para ver si esa cuestión funciona o no funciona para nosotros, y eso significa, en realidad, de nuevo, suspender esta reflexión y generar proyectos de investigación -no un pequeño proyecto de investigación, sino como verdaderos proyectos  de largo plazo de investigación- que yo creo que deben ser empíricos, y que deben ser fuertemente inductivos, y que además tienen que estar teóricamente bien informados de lo que ha sido el debate hegemónico, tienes que conocer muy bien esa discusión. No es como que salirse, y olvidarse, tienes que conocerla súper bien, teóricamente muy informado, para ir a investigar los procesos entendiendo que cada sociedad, cada grupo sociohistórico, tiene que enfrentar ciertas tareas para construir el mundo social, para mantener el mundo social, para reproducir el mundo social, y que hay que investigar cómo resuelven esas tareas, más que ver cómo se aplica la cuestión de la dominación, ver cómo se resuelven, ver la especificidad, y eso, como yo decía antes, requiere proyectos de investigación empírica de largo plazo, o sea es un proyecto intelectual más que un proyecto de investigación chico, fuertemente inductivo, teóricamente muy informados, para poder diferenciar, si no, no puedes diferenciar, y luego de eso, teorizar un trabajo de investigación que se entienda a sí mismo como un trabajo de teorización permanente, para luego de eso contrastar con las teorías hegemónicas, y tratar de ver qué de ellas efectivamente merecen el grado de generalización, y qué de ellas no, qué de ellas tenemos que dejar aparte, qué de ellas nos sirve, qué de ellas no nos sirve, para poder entender las realidades específicas y concretas que estamos enfrentando y a las que tenemos que darle respuesta. Y ese es el segundo paso, esta cosa de confrontar, contrastar. Primero ir a investigar, luego contrastar, y finalmente, un tercer paso, que es el paso reconstructivo, que es el más ambicioso, porque en el fondo, yo creo que lo que luego se tiene que hacer, es una reconstrucción del concepto, y esa reconstrucción del concepto no es local, es una reconstrucción que probablemente  va a venir de una conversación, que es una conversación más multisituada. Y entonces eso es como lo que yo pienso que tendríamos que hacer en vez te estar pegados a la idea de modernidad para aceptarla críticamente, para rechazarla a medias, o para simplemente decidir que la queremos rechazar del todo. No tiene mucho, para mí, tiene su valor, pero no... ya llegamos, ya lo entendimos, ya lo sabemos.     Así como estamos en el país y más allá del país enfrentados a un momento de transformación y de poder definir nuevas fórmulas, yo creo que para la sociología, para la investigación sociológica, también hay una tarea muy grande, y esa tarea muy grande tiene que ver con desarrollar formas de producción de conocimiento que sean formas de producción de conocimiento que salgan de estos dos extremos de lo que he planteado. En este sentido pienso que para la formación de los jóvenes investigadores, es muy importante, al mismo tiempo que reconocer el inmenso valor de los aportes de la teoría social hegemónica, y la importancia de formarse fuertemente en eso, también la necesidad de, junto con eso, ir construyendo un conocimiento relevante y situado, y eso yo creo que es un ejercicio, y algo que no solamente toca, que toca la formación de los sociólogos, que toca no los grandes debates teóricos, sino realmente la manera en que podemos formar a los sociólogos, cómo podemos leer, por ejemplo, la importancia de los aportes que dio el debate sobre racionalización y burocratización, pero luego poner al mismo tiempo toda la evidencia que hace que esas teorías sean teorías que en realidad no nos caben completamente. O sea, la teoría de la racionalización y de la burocratización en América Latina, en un continente altamente informal, con relaciones institucionales como las que tenemos, yo creo que hay que generar una cultura de sospecha fundada, pero muy informada, porque aquí no se trata de tirar todo por la borda, es al revés, la formación tiene que ser muy estricta, pero tenemos un deber, en adelante, de poder ir construyendo nuevas nociones, conceptos, teorías, que sean teorías que respondan realmente a la sociedad en la que estamos, a las exigencias que esa sociedad nos pone. Es por un lado, y eso significa romper con dos cosas que yo creo que han sido fatales, letales para nosotros, aparte de todo lo que he dicho, porque ya dije que no tomamos a otros autores, que tenemos ese modelito de investigación que es 'hago mi marco teórico, luego lo...', todo esa cuestión, pero yo creo que hay dos cosas que han sido muy difíciles que son complicadas porque son casi cultura académica. Unatiene que ver con desarrollar una cultura del reconocimiento de aquellos que están cerca, porque tenemos ahí una tendencia a pensar que los únicos verdaderos teóricos están en otro lugar, y que en realidad si alguien hace teoría está en otro lugar, y muchas veces hay muy poco respeto por la producción de los otros, o sea como de reconocimiento, de darles su lugar, de definir claramente cuáles han sido sus aportes a la discusión, y yo creo que sin la construcción de un campo estamos perdidos, y la construcción de un campo requiere esta primera cuestión que es reconocer voces autorizadas entre los que tienes cerca y no solamente los que están en el norte, o no sé dónde, o recubiertos por lo que sea que sea, yo creo que eso es muy importante. Y la segunda cuestión, y para todos, pero para investigadores también, romper verdaderamente con una especie de complejo, que es el complejo de que nosotros no podemos hacer teoría, y sacar el complejo y efectivamente generar formaciones también, pero en general, pensar que en realidad, la teoría no es una especie de cosa que está ahí, sino cambiar del paradigma de la teoría al de la teorización, es decir que tú producción de conocimiento tiene que ser pensada, tiene que ser elaborada, tiene que ser planificada como un trabajo de teorización. Sin eso, yo pienso que tenemos pocas chances de constituir en algo fructífero este olvidar la modernidad, estratégicamente.      

Episodio 6: Consuelo Araos – La proximidad invisible

¿Cómo estudiar el espacio doméstico en Chile? En la sexta entrega de Pensamiento Nómada, conversamos con Consuelo Araos acerca de la noción de allegamiento, cómo se ha estudiado y qué interrogantes abre sumergirse en las prácticas residenciales de las distintas configuraciones familiares en contextos urbanos. ¿Cómo avanzar hacia la creación de políticas públicas que se ajusten a la manera en que, de hecho, se despliegan las relaciones familiares en relación con el espacio?   Escucha el capítulo a continuación:     También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:     Yo diría que todo el estudio del allegamiento en Chile siempre estuvo muy influenciado por la mirada de la política pública, por los criterios de la política pública, sus prioridades, sus lógicas y sus categorías, y entonces en general las ciencias sociales, a mi juicio, han tenido muy poca autonomía para el estudio del fenómeno con respecto a la política pública.   Soy Consuelo Araos, soy profesora y académica del Instituto de Sociología de la Universidad Católica, me dedico a estudiar las vidas domésticas y las relaciones residenciales de las familias chilenas. Y soy parte del Laboratorio 9x18, dedicado a la investigación interdisciplinaria en vivienda social y regeneración urbana para innovar en políticas de vivienda.   Bueno, cuando yo partí estudiando el allegamiento que fue hace bastante tiempo, te diría que había un claro declive en el estudio del tema a partir del año 2000, siendo que había sido un tema súper importante de estudio como desde mediado de los años 80' hasta finales de los 90'. Entonces en el momento en que yo estudié, la verdad es que sobre todo había un desinterés muy fuerte en el tema, que tenía que ver con que el problema como para la política pública había dejado de ser el de lo que se ha llamado los allegados, o de los 'sin techo', al de los 'con techo', o sea, cómo se había en el fondo, con todas las políticas de vivienda masiva que habían buscado reducir el allegamiento, finalmente se habían generado nuevos problemas que tenían que ver más bien con la segregación y con la generación de estos grandes guetos. Entonces ese había pasado a ser el problema, y el allegamiento quedó como escondido. Ese sería un primer punto de crítica en el fondo, de que en ese minuto el allegamiento dejó de ser un tema relevante, no porque el fenómeno en sí mismo dejara de existir y de ser importante, sino porque desde el foco de la política pública no era el tema de mayor interés. Y relacionado con eso también, quizás ha habido siempre un predominio de perspectivas bien economicistas sobre el tema, y eso se refleja muy bien quizás en la forma en que ha sido definido, de forma más sistemática y estándar el allegamiento, que es como básicamente lo define la CASEN que es como una estrategia de sobrevivencia de los hogares, que por ciertas carencias, sobre todo en términos habitacionales, renuncian a su potencial autonomía residencial y entonces configuran hogares o grupos residenciales extendidos. Entonces te diría que esta definición predominante del allegamiento como una estrategia de sobrevivencia puede resumir muy bien cómo ha sido estudiado en Chile, y cuál ha sido la dimensión predominante. Entonces yo un poco lo que he hecho es tomar esa definición, e irla a testear de algún modo al terreno, siempre desde una perspectiva, primero muy cualitativa, y después cada vez más etnográfica. Y rápidamente me fui encontrando con que esa definición y todas sus dimensiones, también las categorías más técnicas, los conceptos, las herramientas de medición están dentro del mismo alero, de este paradigma de las estrategias de sobrevivencia. Y eso tiene además un correlato grande en América Latina, es toda una tendencia dentro de la investigación, en general, sobre sectores marginales. Entonces yo te diría que el punto de partida es ese, y que básicamente todo mi aporte al estudio del allegamiento ha sido establecer un diálogo crítico con esta perspectiva, en distintos aspectos, y eso ha incluido desde cuestionar y redefinir, reformular los conceptos, y las herramientas tanto conceptuales como metodológicas de las cuales aprendemos el fenómeno y lo visibilizamos, hasta proponer nuevas vías de explicación o comprensión de su naturaleza y sus caracterísitcas.   Por un lado te diría que una de las críticas importantes con respecto a la explicación como estrategia de sobrevivencia, es esta idea como una mirada muy instrumental sobre el allegamiento, es decir, las personas, o las familias, si lo pensamos como un poco más grupalmente, establecen una relación instrumental, estratégica con esta dimensión que tiene que ver con los arreglos residenciales, y cómo yo organizo esos arreglos residenciales familiares, con quiénes vivo y con quiénes no, en función de ciertos procedimientos de optimización, de maximización de ventajas y reducción de costos. Entonces aparece una visión sobre la realidad familiar que es fuertemente instrumentalizadora, y donde además rápidamente aparece que estas formas de vida, estas formas de organización residencial no tienen un status propio de sentido y de ser, sino que obedecen a otro tipo de finalidades, que son especialmente de tipo económica, fundamentalmente, y con ello, entonces, podríamos decir que, no sé si se le disminuye, pero claramente aparece una dimensión un poco peyorativa, un carácter como transitorio de estos arreglos, donde la finalidad última de la vida familiar, que es conseguir la autonomía, queda por así decir sacrificada momentáneamente o transitoriamente para resolver ciertos problemas que son como externos al ámbito familiar. Y yo te diría que esa dimensión instrumental del allegamiento ha empobrecido, sobre todo, yo no diría que no es que no exista la dimensión más estratégica o un aspecto de algún grado de juego, de las decisiones, más en la línea  de una definición bourdieusiana de estrategia, sino que se reduce, se empobrece mucho el fenómeno, y además las ciencias sociales, y toda la mirada académica y especializada sobre el tema,  cae en esta suerte de prejuicio de que finalmente es una condición de un status inferior, que tiene que ser superada. Un profesor en Francia habla del 'Target Notion', o sea, se identifica el allegamiento para en el fondo medirlo y eliminarlo, superarlo, por así decirlo. Y entonces no abrimos la posibilidad de entender este fenómeno como en su dimensión constitutiva.   Y por otra parte, el tema de las estrategias de sobrevivencia, tiene que ver con la dimensión, con esta asociación entre allegamiento y pobreza. Por lo tanto, quienes recurren a esta, obligadamente, no les queda otra, por así decir, si es que son racionales, de renunciar a la expectativa de la nuclearidad y tener que sacrificarla por lograr conseguir, o superar ciertas dificultades, entonces, por así decir, quiere decir que quienes lo necesitan son personas que están bajo condiciones de pobreza, o de precariedad, o de limitación económica importante, y eso tiene que ver en gran medida con una mirada muy reduccionista del fenómeno, en la medida en que solamente se considera la unidad de análisis con la que yo estudio la familia es el hogar, como una definición propia de la estadística, que viene a su vez de la administración en el fondo, y que identifica el allegamiento con formas de corresidencia estricta, y por lo tanto deja de observar el dinamismo de las configuraciones residenciales, que sobrepasan de muchas maneras los límites del domicilio. Y entonces de lo que yo me fui dando cuenta es que en la práctica, las lógicas del allegamiento desbordaban los límites de lo que podía ser considerado por la administración o la política pública como el domicilio, y más bien se generaban formas muy dinámicas de combinación entre corresidencia y otras prácticas que están en el límite, que yo las denomino de casi corresidencia, morfologías de casi corresidencia, donde uno observa que a veces casas que están vecinas, o dentro de una misma cuadra, por mostrarte algunos ejemplos, operan en la práctica como formas casi equivalentes, muy cercanas a lo que llamamos el allegamiento porque básicamente constituyen ambientes de vida en común entre familias emparentadas que comparten los aspectos más relevantes de la vida cotidiana de forma muy cercana a lo que sería la corresidencia. Entonces te diría que también hay una crítica ahí en términos como de la unidad de análisis y de el foco de cuando vamos a observar este fenómeno, y un poco abrir eso, que originalmente yo lo llamé la idea del allegamiento ampliado, o sea cómo se daban estas lógicas de casi allegamiento entre casas que no eran las mismas pero que estaban muy cerca, me permitió, me abrió el estudio del fenómeno más allá de los sectores más pobres, porque me di cuenta que esas prácticas estaban muy presentes en clases medias y altas, de hecho eran sorprendentemente comunes, y que por lo tanto parecía ser que mirado desde un ángulo más amplio el fenómeno, esta "necesidad" o búsqueda por generar formas fuertes de interdependencia entre familiar emparentadas, no era solo un asunto de los pobres, sino que también mucho más transversal, y que aparecía como un rasgo del hacer familia bastante más extendido, y ahí entonces partió esta idea de pasar del estudio de la corresidencia o el allegamiento al estudio propiamente de un fenómeno más amplio que es de la proximidad residencial y de las prácticas de casi corresicencia.   Algo interesante es poder distinguir las dimensiones que se cruzan, en este caso por ejemplo esta dimensión digamos así del parentesco, en el allegamiento hay relaciones de parentesco, hay relaciones de residencia, y hay relaciones de subsistencia, y esas relaciones a veces pueden coincidir entre sí, pero también se producen desacoplamientos, y también puede ocurrir entonces que, creo que distinguir entre esos tres niveles ayuda harto para, por ejemplo, entender estas reconfiguraciones bajo situaciones de crisis, en particular la crisis actual, que toca directamente las formas en que nos organizamos en la corresidencia, o sea, residencialmente, y sobre todo porque yo te diría que lo que más, uno podría decir, se ve interrumpido, es esto último que hablamos, o sea, la norma o la exigencia del distanciamiento físico, lo que va a interrumpir son estos flujos, cotidianos, habituales, de los cuales somos poco conscientes, pero de los cuales está hecha la vida de gran parte de las personas, entre casas que son interdependientes, entre las casas fundamentalmente de padre, madre, y sus hijos y nietos en esa línea, pero también entre hermanos y hermanas, a veces entre primos, y esos flujos que permiten en el fondo entender que cada una de las casas que se tienden a estudiar de forma aislada, en la práctica del habitar están en general insertas en estas configuraciones que les llamamos de casas, o redes de interdependencia, gracias a las cuales las propias casas se constituyen y muchas veces pueden subsistir como casas, pueden lograr las personas, por ejemplo, mantener una cierta autonomía porque tienen todas estas ayudas e intercambios, y vida en común al interior de ambientes residenciales más complejos. Entonces, lo que es más, uno podría adivinar, más violento como ruptura de esta normalidad es la interrupción de la fluidez y de la regularidad de esos flujos, es decir, de pronto nos damos cuenta, y yo creo que eso probablemente es lo que en términos más fenomenológicos le ocurrió a mucha gente, que al no poder hacerlo, al aparecer esta prohibición, de pronto nos dimos cuenta de cuánto circulábamos, o de cuán interdependientes éramos con esos otros que cuando vienen y me preguntan con quién vive usted, no los nombro. Entonces yo te diría que el aspecto, digamos así, esta dimensión residencial, probablemente va a verse fuertemente afectado, reconfigurado, bajo ciertas condiciones, pero también, eventualmente, en la medida en que se ven muy obstaculizados los flujos y las circulaciones entre casas, también pueden ocurrir otros modos de sustituir esas circulaciones, que eran copresenciales, que implicaban trasladarse de una casa a otra, el aparecer en la casa del otro, pasar, etcétera, bajo otras fórmulas, que puede ser eventualmente incrementar las formas de contacto a distancia, que tiene que ver más con esta dimensión que podríamos decir afectiva, o de presencia del parentesco, el ser hijo, el estar ahí como hijo, como padre, o con los nietos, con los abuelos, eventualmente sustituir la copresencia, que es muy importante dentro de estas configuraciones por formas de comunicación a distancia, y también algo que es bien interesante, es cómo se van a reorganizar las circulaciones de ayuda y de intercambios más materiales.   Tengo la impresión de que, uno podría pensar, bajo estas circunstancias, eventualmente, por ejemplo, la corresidencia estricta, el allegamiento estricto puede haber aumentado en ciertos sectores medios y altos, bajo estas condiciones, justamente por lo que hablábamos, porque las facilidades para mantener estas relaciones de interdependencia a distancia o sin corresidencia se ven muy dificultadas, pero también ocurre esta situación compleja que es como un poco de los dramas que han emergido durante este periodo, que es la visibilización de las condiciones habitacionales bajo las cuales esta posibilidad del vivir juntos se da en una ciudad como Santiago de forma muy desigual. Podríamos decir ya, este ideal del vivir juntos pero no revueltos, o del estar cerca, lo más cerca mejor, entre padres e hijos, grupos de parentesco más amplios, claro, es transversal uno podría decir, se observa en todos los grupos socioeconómicos, pero las formas, las morfologías en las cuales se lleva a cabo y tienen lugar efectivamente estas configuraciones o clusters familiares, son extremadamente desiguales. Y justamente, una de las cosas que yo he tratado de visibilizar con mi investigación, es eso, es decir, cómo finalmente las familias ricas y de clases medias tienen en el fondo muchas oportunidades para vivir la proximidad sin que se note tanto, porque digamos así los aspectos negativos de la proximidad, o más complejos, no se viven, porque logramos, por ejemplo, no sé, nos compramos casas en la misma cuadra, o nos construimos todos casas en un mismo terreno, o en distintos departamentos de un mismo edificio, etcétera, entonces es como una forma laxa y suave de la proximidad, que la podemos regular con mucha facilidad. En cambio en los sectores que dependen básicamente de las políticas públicas para poder acceder a la vivienda, se ven enfrentadas a este escenario dicotómico, donde si quiero vivir cerquita, entonces vivo junto con, o muy apretado, o tengo que vivir allegado, esa es mi posibilidad más certera de poder vivir cerca, y si no, en el fondo si no quiero vivir de allegado, tengo que renunciar a la proximidad y pasar al extremo de tener que irme a muchos kilómetros de distancia al otro extremo de la ciudad. Entonces te diría que básicamente esa realidad es algo que está bien oculto. Ahora, cuando nos vemos enfrentados a que las distintas, bajo los contextos de allegamiento, hay muchísimas formas en que yo logro alivianar cotidianamente esta especie de, o logro gestionar, esta estrechez. Es decir, el hecho de que tenemos que vivir cuatro familias, a veces, tres familias, o a mí me ha tocado ver incluso cinco familias en un mismo sitio, eso ya es como harto espacio, porque a veces tiene que ser en un mismo departamento, pero en la vida normal encuentro muchas maneras de gestionar esa estrechez, por medio de los ritmos de usos de las casas, de las salidas al trabajo, del uso de las calles, de los espacios exteriores, de las veredas, y también de toda una cierta cantidad de redes familiares, en torno a las calles a los pasajes, donde por ejemplo los niños circulan, las personas van y vienen, entonces en ese modo, la experiencia real de la estrechez de coincidir todas estas familias en un mismo sitio, en una misma casa, se aliviana por así decir, gracias a la gestión de los ritmos y de la distribución de los usos de espacios, y hay pocos momentos en los que se coincide de forma total. En cambio, bajo estas circunstancias de encierro, esa coincidencia se vuelve algo constante.   Me gustaría destacar, que de forma bien interesante, salió una nueva modificación del Decreto Supremo Nº49, donde en el fondo se incorporaron numerosas modificaciones, entre las cuales nosotros contribuimos como laboratorio, para poder empezar a poder llevar a la práctica todo un conjunto de nuevas políticas y programas de vivienda social, que lo que buscan es un poco ir en contra, parar esta lógica de la erradicación de las familias, de romper estas redes, y cómo lograr que más bien las políticas de vivienda sean de radicación, y que por lo tanto se puedan mantener de algún modo los aspectos virtuosos del allegamiento, pero pasando de una lógica de corresidencia a una lógica de casi corresidencia, y de ese modo, en el fondo, incorporar, o empezar a igualar un poco estas oportunidades que tienen las familias para lograr el equilibrio de la proximidad residencial, y entonces quisiera destacar eso y cómo ese tipo de avance nos permite pensar en una lógica de producción de vivienda social de radicación, de densificación a escala mediana, y sobre todo, de incentivo o incremento de las oportunidades para que las familias, en la medida en que lo quieran, puedan acceder a sus propias viviendas, sin para ello tener que renuncias o sacrificar a la proximidad.          

Episodio 5: Daniel Chernilo – Sociología Pública

¿Qué significa hacer sociología pública en momentos como los que estamos viviendo? A partir de esta pregunta, conversamos con Daniel Chernilo acerca de la dimensión pública del conocimiento, cómo se ha desenvuelto a lo largo de la historia de la disciplina, y qué desafíos representa en la actualidad de la sociedad chilena. ¿Cómo hacer una sociología que no solamente se vincule con públicos diversos, sino que también pueda interpelarlos?   Escucha el capítulo a continuación:       También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:   Yo creo que es fundamental entender que la idea de sociología pública está en el centro y en el corazón de la sociología. Que en alguna medida no hay tal cosa como una sociología no-pública. Y eso tiene que ver con una cuestión relativamente trivial, y es que el conocimiento que la sociología produce es un conocimiento sobre el mundo social, e inevitablemente, con más o con menos mediaciones, es un conocimiento que eventualmente se reintegra y es parte siempre del discurso social. Dicho eso, también es cierto que dados los niveles de especialización, los niveles de complejidad, los niveles de diferenciación, el volumen de discursos sobre la sociedad, la sociología no tiene una posición de privilegio, no puede decir 'venga acá la sociedad a escucharme a mí, lo que yo tengo para decir sobre ella', y por tanto debe desarrollar, creo yo, algunos dispositivos, o algunas estrategias específicas para poder hacer verdadera, para poder realizar, implementar, su vocación pública.   Mi nombre es Daniel Chernilo, soy profesor titular de sociología en la Escuela de Gobierno de la Universidad Adolfo Ibáñez. He escrito sobre humanismo, la historia de la sociología, nacionalismo y cosmopolitismo.   En clave histórica, todos los sociólogos desde la segunda mitad del XIX en adelante, han tenido alguna clase de aspiración de transformación de la sociedad, no en un sentido necesariamente radical, de transformación en el sentido marxista, o de una sociedad radicalmente distinta, pero la idea de reforma social, de transformación social, de corregir, de salvaguardar determinados elementos de las sociedades es parte del discurso sociológico desde sus inicios, en relación con el capitalismo, en relación con la pobreza, en relación con el racismo, en relación con la desigualdad, en relación con el género. La sociología clásica se nutre y es parte de ese discurso. Y desde ese punto de vista, y yo creo que ya, si tu quieres, nos vamos acercando al presente, efectivamente hay un par de momentos como icónicos de ese proceso. Yo creo que evidentemente el manifiesto comunista de Marx, uno podría tomarlo como una primera expresión de un tipo de trabajo sociológico que está basado en un trabajo histórico y teórico súper significativo, pero que está escrito con miras a ser lo más masivo y a poder colocar una visión utópica, una visión de transformación de la sociedad. Después, por ejemplo, uno puede llegar a principios o a mediados de la Primera Guerra Mundial, cuando todos los sociólogos clásicos de la época, Weber, Simmel, Durkheim, todos escriben sobre la guerra. Ya sea, en algún momento para celebrar la guerra, porque es la llegada de un mundo nuevo que va a liberar las fuerzas oprimidas de las distintas naciones, con miras a un mundo mejor, pensaban ellos, después se arrepienten de ese optimismo respecto de la guerra, y escriben textos súper trágicos respecto de cómo nos equivocamos tanto, y son textos públicos, son textos escritos para un público masivo, no son textos académicos. Y posiblemente el momento más icónico, que es post Segunda Guerra Mundial, que es cuando una pensadora que no es una socióloga propiamente tal, pero que hace este tipo de trabajos, como Hannah Arendt, decide poner su agudeza analítica, y poner sus preocupaciones políticas al servicio de una historia que para ella es muy significativa, que es el juicio de Eichmann en Jerusalén en los 60. Y lo que hace Arendt ahí, la historia es que ella consigue que el New Yorker la comisione para viajar a Jerusalén y participar del juicio, y ahí lo que hace Arendt es, uno podría decir, nuevamente, es por un lado poner al servicio de la reflexión pública, a propósito de un evento históricamente muy significativo, el background filosófico, el trasfondo filosófico e histórico que ha informado su investigación durante ya 25 0 30 años. Y en ese sentido, me parece a mí que es interesante porque Arendt ofrece una narración que es interesada, sus lealtades políticas o morales están siempre puestas sobre la mesa, pero al mismo tiempo hace este ejercicio, este ejercicio contraintuitivo, a ratos violento para muchos de sus lectores, que es tratar de empatizar con aquello con lo que no puede empatizar, tratar de comprender aquello que es incompresible, y llega a esta formulación de la banalidad del mal para referirse a Eichmann como este sujeto que habiendo tenido tanto poder, y habiendo sido tan responsable de la organización de lo que se llamaba "La solución final" durante la época del régimen Nazi, Arendt no quiere transformarlo en un monstruo, dice 'si lo transformamos en un monstruo lo despojamos de su humanidad', y hace entonces que sus acciones sean por un lado incomprensible, puramente un acto de irracionalidad, y por otro lado, dice ella, nos deja en una situación personal de tranquilidad porque el tipo era tan malvado, que no hay ninguna duda de que ninguno de nosotros, que somos personas bien educadas, bien criadas y con una buena concepción del mundo, jamás podríamos llegar a hacer algo tan terrible, a participar de acciones tan terribles como estas. Y Arendt, trata de problematizar esa actitud algo natural, o algo de sentido común respecto de la malevolencia, de la maldad de Eichmann, de forma tal entonces, de meterse en el interior de este personaje tan malévolo, y no deshumanizarlo, sino re-humanizarlo. Y en ese sentido, yo creo que es muy importante la lección que ofrece Arendt, porque justamente hace estas dos o tres cosas que están en el centro de la idea de sociología pública. Por un lado, escribir para un público amplio, tomarse en serio la responsabilidad que implica escribir más allá de la academia, tomarse en serio el conocimiento que ella ha desarrollado, filosófica e históricamente sobre un tema, y apelar a que la objetividad de su descripción no se juega en la neutralidad valorativa, el no enjuiciar a Eichmann, Arendt cree que a Eichmann hay que aplicarle la pena de muerte, ella no tiene ninguna duda al respecto, o sea, no solo Eichmann es culpable, sino que Eichmann es culpable de los crímenes más graves que uno puede imaginarse, y por tanto es merecedor de la pena más grave, ella no toma una posición de neutralidad, eso está claro desde el comienzo del libro, pero hacer de esa descripción normativa una parte de su propio argumento, y desplegar esos juicios valorativos, que son inevitables, que son parte de la sociedad, que son parte como central de la sociedad en esa reflexión.     El concepto de sociología pública tuvo una reaparición en el campo sociológico en el cambio de siglo, alrededor del 2000, hay una tradición en la sociología americana, que quien asume la presidencia de la Asociación Americana de Sociología hace como un discurso inaugural, que es como que coloca una agenda de trabajo respecto de cómo quiere que sea su período como presidente de la Asociación y Burawoy hace este llamado a la sociología pública, y eso en el contexto de que en la sociología anglosajona en general, pero en la sociología americana en particular, está esta idea de que la sociología es una ciencia, y como tal su trabajo es primariamente analítico, descriptivo, explicativo si es que tiene éxito, pero la vocación política y la vocación pública de la sociología es una cuestión como subdesarrollada y de menor status social e intelectual al interior de la disciplina en Estados Unidos. Y Burawoy dice entonces que eso es una traición a la vocación de la sociología en el sentido en el que hemos venido hablando, porque la sociología debe relacionarse con sus públicos. En el contexto de lo que está pasando ahora en Estados Unidos, con el racismo en la policía, y con el racismo en general, Burawoy dice 'eso es inaceptable', y en ese sentido la vocación de sociología pública a la que apunta Burawoy, dice él, es el vínculo sistemático que debe haber, o el vínculo intrínseco que debe haber entre el discurso sociológico y los actores sociales. O sea, la idea de sociología pública de Burawoy es una sociología que se pone al servicio de las causas políticas y sociales de distintos actores, y por tanto, un poco en la línea de lo que sugiere Bourdieu también, el conocimiento sociológico se pone al servicio de demandas que no son sociológicas, pero respecto de las cuales la sociología tiene algo para decir. A mí me parece esa una idea importante, me parece una idea sugerente, que de hecho me parece que es parte fuera de la sociología norteamericana, es parte también de lo que la sociología hace en buena parte del mundo, la sociología latinoamericana ha sido siempre una sociología que ha hecho ese tipo de trabajo público, es imposible describir la sociología latinoamericana si no está relacionada con el proyecto de la modernización, con los proyectos más revolucionarios, o con los proyectos de re-democratización en los 80' y en los 90', no hay tal cosa como sociología latinoamericana con este nivel de asepsia al que se refiere Burawoy en relación a la sociología norteamericana, la sociología francesa también es altamente politizada, entonces en algún sentido lo que uno observa, si uno quiere ser un poco duro con Burawoy, es que hay algún nivel  de parroquialismo en su observación, porque en realidad el problema es un problema de la sociología americana, no es un problema de la sociología global. Pero en segundo lugar, y en términos ya más específicos y más técnicos, mi dificultad con el problema de la definición de Burawoy, es que yo creo que hay una dimensión reflexiva del conocimiento sociológico que Burawoy da un poco por descontada y que por eso mismo queda subvalorada en su enfoque. A qué me refiero: es que no hay ninguna duda que el conocimiento sociológico respecto de la desigualdad o respecto del racismo, por ejemplo, puede jugar un rol político muy importante, y a mi juicio está bien que así sea. Pero eso no puede ser toda la contribución sociológica, porque parte de lo que la sociología debe hacer es incrementar los niveles  de reflexividad en la sociedad, y decirla también a esos movimientos que están luchando contra el racismo, que están luchando contra la desigualdad, que pueden cometer errores, que pueden estar traicionando sus propios principios, que algunas de las políticas que están proponiendo a lo mejor no van a conseguir los resultados que ellos esperan, y me da la impresión de que el dispositivo de la sociología pública de Burawoy no tiene un mecanismo interno que le permita hacer ese ejercicio de reflexividad. Y como a mí me interesa la dimensión normativa de los problemas sociales, y creo que la discusión normativa sobre la justicia, sobre la igualdad, sobre la solidaridad, sobre la autonomía es central a la contribución sociológica al discurso público, entonces esa suerte de punto ciego de la sociología de Burawoy me genera algún nivel de dificultad, porque no sé cómo desde Burawoy, tampoco desde Bourdieu, uno toma esta distancia reflexiva respecto del hecho de que los actores a los que uno apoya pueden estar cayendo en alguna de las falacias, en algunas de las prácticas discriminatorias que ellos mismos quieren trascender, porque no está ese ejercicio de la dimensión normativa, estrictamente normativa, de su propia acción.     Yo creo que una dimensión fundamental de una sociología pública es meterse en el centro de esa interacción entre valores, instituciones y conocimiento empírico, de forma tal de contribuir a desentrañar la forma siempre extremadamente compleja y dinámica en que esas dimensiones interactúan. Y desde ese punto de vista entonces, claro, una sociología que dice 'no, yo me retraigo del debate público y político en aras de una forma de conocimiento aséptico de la sociedad' no nos sirve, una sociología de ese tipo no se ensucia las manos, pero una sociología que se compromete a-críticamente con alguno de los actores de la revuelta, y solo con uno de ellos, se ensucia demasiado las manos, y se compromete demasiado con un solo proyecto, y pierde esa reflexividad de la que estábamos hablando. Entonces yo creo que la primera dimensión de la sociología pública como me interesa a mí, es este ejercicio permanente de ver que la discusión normativa está en el centro de la discusión social, y que esa discusión normativa, porque está sociológicamente informada, debe integrar estas distintas dimensiones: el conocimiento empírico, la práctica política, el contexto histórico, las capacidades institucionales del Estado, etcétera. Y la segunda dimensión yo creo que es más práctica, y ahí yo creo que quienes enseñamos sociología tenemos una responsabilidad bien importante: aprender a escribir con claridad. O en el peor de los casos, aprender a escribir de forma distinta para nuestros distintos públicos, aprender a comunicarnos con nuestros distintos públicos, puede no ser solo la escritura, pero para concentrarnos en la escritura, yo creo que hay todavía, no solo en Chile, pero para hablar del caso chileno, esta idea de que escribir en difícil, citar autores, poner conceptos y palabras nuevas, pareciera ofrecer una suerte de status intelectual, y yo creo que si uno quiere hacer sociología pública, lo más importante es darse a entender, y desde ese punto de vista, aprender a escribir para distintos públicos, aprender a escribir en distintos formatos, aprender a comunicarse con distintos lenguajes, yo creo que es una cuestión que nosotros no enfatizamos suficiente.     Creo que la sociología nunca había estado tan bien. Creo que es imposible mirar la historia de la sociología en Chile desde los primeros estudios de la conciencia obrera en la usina de Huachipato creo a mediados de los 50' con Alain Touraine, si uno mira la sociología en Chile desde esa época hasta hoy día, nunca había habido tanta sociología, nunca la sociología chilena había producido tanta investigación, de tan buena calidad, nunca había estado tan integrada al sistema sociológico y científico internacional, es cierto que en el pasado los sociólogos habían tenido bastante prestigio público, pero hoy día lo tienen tanto o más que antes, o sea creo que desde cualquier indicador, la cantidad de carreras de sociología, la calidad de lo que sale, yo creo que nunca la sociología en Chile había gozado de tan buena salud. Yo creo que el desafío hoy en día es mantener por un lado una presencia pública, informada, ilustrada, y no dejarse llevar por la emocionalidad del momento, por la intensidad de la crisis, por la necesidad de decir o hacer algo en el presente, dado que la urgencia es tal. Yo creo que, todos los que participamos del debate público, por distintas plataformas, en algún momento miramos hacia atrás y decimos 'chuta, lo que dije', o 'mi intervención la semana pasada fue realmente al fragor de algún evento específico, ya sea las violaciones de Derechos Humanos en octubre y noviembre, o todo lo que ha venido pasando ahora con las entregas de comida, entonces uno en se momento reacciona un poco visceralmente frente a fenómenos o a eventos que a uno lo compelen de manera muy intensa. Entonces yo creo que hay una dimensión que es mantener este seguimiento constante de los eventos, sin perder ese mínimo de distancia analítica y crítica que es fundamental para que nuestra intervención sea sociológica. Uno puede decidir intervenir como un ciudadano más y eso está muy bien, pero para que sea sociología pública, no dejar de lado esa dimensión más analítica. Y yo diría que tal vez otra cuestión que es importante, y ahí sí diría que no lo hemos hecho suficientemente bien, es que todavía buena parte de la intervención sociológica en el debate público en el país está bastante contaminada de lo que en alguna literatura se conoce como Nacionalismo Metodológico. Se observa demasiado Chile desde Chile, nos cuesta mucho todavía, eso pasa en distintos contextos nacionales, no es que en Chile la situación sea más grave que en otra, pero en Chile pasa muy claramente. Que se buscan las causas de lo que está pasando solo en el país, en razón de la historia del país, en razón de las coordenadas socio-históricas locales. Yo creo que la capacidad de mirar en clave comparada, en clave más global, en clave más regional, yo creo que ahí todavía sí seguimos siendo bastante parroquiales. Y yo diría que ahí entonces, muchas de las mejores intervenciones de la sociología pública en la historia de la sociología chilena, pienso por ejemplo en el libro 'La anatomía de un mito', de Tomás Moulian, que posiblemente sea como el gran libro de sociología pública de la historia de Chile, nunca un libro de sociología en Chile había sido best seller durante meses, todavía adolece de ese parroquialismo de mirar Chile en sus propios términos, y diría que tal vez uno de los desafíos de la excelente sociología que se hace hoy día en Chile en las distintas generaciones, en los distintos temas, desde distintas tradiciones, desde distintas orientaciones teóricas y metodológicas, diría que un problema que todavía tenemos es esta dimensión un poco nacionalista, autocontenida, autocentrada, un poco ombliguista, que es propia de tradiciones intelectuales que se van consolidando tal vez.     Esta cita está tomada de la conferencia que dictó Max Weber en Munich en enero de 1919, La ciencia como vocación. "¿Qué es lo realmente positivo que aporta la ciencia para la «vida» práctica y personal?» Con esto nos encontramos ante el problema de su «vocación». Por de pronto, la ciencia proporciona conocimientos sobre la técnica que, mediante la previsión, sirve para dominar la vida, tanto las cosas externas como la propia conducta de los hombres. En segundo lugar, la ciencia proporciona métodos para pensar, instrumentos y disciplina para hacerlo. Felizmente tampoco con eso concluye, sin embargo, la aportación de la ciencia y aún podemos mostrar un tercer resultado importante de la misma: la claridad. Podemos hacer ver claramente a quienes nos escuchan que frente al problema de valor de que se trate cabe adoptar tales o tales posturas prácticas. La experiencia científica enseña que se han de utilizar tales o cuales medios para llevarla a la práctica. Si, por casualidad, esos medios son de tal índole que ustedes se sienten obligados a rechazarlos, se verán forzados a elegir entre el fin y los inevitables medios. ¿Resultan o no santificados los medios por el fin? El académico puede situarlos a ustedes ante la necesidad de esta elección, pero no puede hacer más mientras siga siendo académico y no se convierta en demagogo. Puede decir, además, que si ustedes quieren tal o cual fin, han de contar con estas o aquellas consecuencias secundarías que, según nuestra experiencia, no dejarán de producirse. Y con esto llegamos ya a la última aportación que la ciencia puede hacer en aras de la claridad, aportación que marca también sus límites: podemos y debemos decir que tal postura práctica deriva lógica y honradamente, según su propio sentido, de tal visión del mundo , pero no de tales otras. Si se mantiene fiel a sí mismo, el investigador llegará internamente a estas o aquellas consecuencias últimas y significativas. En principio al menos, esto está dentro del alcance de la ciencia y esto es lo que tratan de esclarecer las disciplinas filosóficas y los temas iniciales, esencialmente filosóficos, de las demás disciplinas concretas. Sí conocemos nuestra materia (cosa que hemos de dar aquí por supuesta) podemos obligar al individuo a que, por sí mismo, se dé cuenta del sentido último de sus propias acciones. O si no obligarlo, al menos podemos ayudarle a esa toma de conciencia. Me parece que esto no es ya tan poco, ni siquiera desde el punto de vista de la vida puramente personal. Hablando en imágenes, podemos decir que quien se decide por esta postura está sirviendo a un Dios y ofendiendo a otro. La vida, en la medida en que descansa en sí misma y se comprende por sí misma, no conoce sino esa eterna lucha entre dioses.

Episodio 4: Thea Riofrancos – Un gran pacto ecosocial para recuperar el futuro

En el siglo XXI, toda la política es política climática. Ésta es la premisa que fundamenta el Green New Deal, un proyecto ecosocialista de reconstrucción económica que plantea que una transición energética a gran escala es impensable sin antes garantizar el bienestar material de las clases trabajadoras. En este nuevo episodio de Pensamiento Nómada, Thea Riofrancos, una de las principales proponentes del Green New Deal, nos explica de qué manera este proyecto podría afrontar los dos problemas más grandes que trae el presente siglo: la desigualdad extrema y el calentamiento global.   Escucha el capítulo a continuación:   También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:   Toda la política es política climática. Es más bien una declaración sobre la materialidad de nuestras relaciones sociales, una materialidad que incluye a la naturaleza en todas sus formas. Todas nuestras relaciones sociales existen en una relación metodológica con la naturaleza, y por ende, tiene efectos en los ecosistemas y la atmósfera. En otras palabras, cualquier actividad humana deja su rastro en el mundo físico, y entre esos rastros, quizás el rastro más importante ahora, en términos de sus consecuencias humanas y ecológicas son las emisiones de dióxido de carbono, que se han ido acumulando por siglos, estrechamente vinculada con la historia misma del capitalismo global como modo de acumulación. Entonces, con esos referentes, podemos ver que no hay separación entre demandas entre comillas sociales y demandas entre comillas ecológicas y climáticas.   Soy Thea Riofrancos, soy profesora de ciencias políticas, y mis investigaciones se centran en la política latinoamericana, la crisis climática, la energía renovable, los sectores de extracción de recursos y los movimientos sociales en América Latina y otras partes del mundo.   Un movimiento que exige viviendas dignas, o mejor tránsito público, o igualdad económica, también está exigiendo una sociedad de bajo carbono, o de bajas emisiones. Porque para crear una sociedad así, necesitamos comunidades más densas, una planificación urbana mejor, con tránsito sin emisiones, y también sabemos que una sociedad menos igual es también una sociedad con más emisiones. Hay una correlación ahora en las ciencias sociales en que se puede ver esto, que sociedades menos iguales tienen más emisiones y más destrucción del medio ambiente, porque la mayoría de las emisiones vinculadas con nuestras vidas diarias vienen de los patrones de consumo de los más ricos. Entonces, en una sociedad muy desigual, tienes como una élite que consume mucho y que genera muchas emisiones, entonces una demanda para una sociedad más igual también es una demanda para una sociedad más ecológica. Así que como académicos y también como organizadores políticos, hay que ampliar nuestros conceptos, los cuales quizás no usan palabras como ecología y carbono-emisiones, o clima, o lo que sea, como parte del terreno de la política climática. Por ejemplo, la movilización militante en Ecuador, liderada por el movimiento indígena en octubre pasado, contra el intento por terminar el subsidio al gas. Parece, creo que al principio por lo menos, parece que hay una contradicción entre esta demanda para proteger el subsidio al gas, gas que es como un hidrocarburo obviamente, y que genera emisiones, entra esa demanda y una demanda para mitigar las emisiones, parece que hay una contradicción. Pero creo que si vemos como más al fondo la situación, la demanda en sí no es para el gas, o sea no es que las comunidades estén diciendo 'necesitamos gas, gas, gas', sino que es una demanda para el acceso a la energía necesaria para la vida, o sea, un acceso en que las comunidades puedan acceder a la energía que necesitan para cocinar, para moverse, para calentar el agua, o sea, esto es como una demanda muy drástica para la energía como un derecho social. Entonces, no sería difícil para nada imaginar que se podría cumplir con esta demanda para energía como un derecho social con energías renovables, o sea no hay contradicción así. Y un gobierno progresista, por ejemplo, podría decir 'sí, vamos a proteger y garantizar este derecho a la energía como un derecho básico y vamos a cumplir esta demanda con energías renovables', o sea no hay constricción así. Y también es importante ver que a la misma vez, estos mismos movimientos, el movimiento indígena y sus aliados en otros sectores populares, esos mismos movimientos en Ecuador que reclamaban la situación del subsidio, también están luchando contra la ampliación de la frontera petrolera y minera. Así que para nada estaban exigiendo más extracción, estaban exigiendo el derecho de vivir, y hay diferentes maneras para cumplir con este derecho, y la manera mejor, yo diría, y creo que vos dirías, y otras en la izquierda diría, que no es como ampliar o profundizar el extractivismo, sino hacer una transición en la matriz energética para que la gente tenga como lo que necesita para vivir, o más que vivir, para gozar su vida, y que no dañe más el medio ambiente.   Bueno, primero, lo que propone un Green New Deal, o un nuevo trato verde, es una profunda transformación en muchos ámbitos económicos y sociales, que acabo de hablar, tanto de ámbitos de la política pública, con el objetivo de descarbonizar la matriz energética. Segundo, además de la descarbonización hay como una transición, o sea, vamos a hacer esa transición con la intervención, inversión del sector público a una escala masiva. Esto es como muy clave, y esta es una diferencia con versiones más capitalistas, neoliberal, lo que sea, es que no solo vamos a descarbonizar la matriz energética porque las empresas deciden que van a hacer eso, no, vamos a usar los recursos públicos, la acción colectiva, a través del sector público para llevar a cabo la transición. Y que la escala va a ser masiva. No estamos hablando de descarbonizar tal sector, o tal sector, o solo la matriz energética como divorciado de los otros sectores, no. Es una escala grande porque, y para realmente transformar la economía en sí, y comparable con, y en la experiencia de los Estados Unidos, se podría decir que es comparable con la movilización durante la Segunda Guerra Mundial. Pero esto realmente subestima la cosa, porque una guerra de cuatro años es una cosa, pero transformar toda la base de la economía creo que es aún más de esto, pero solo para dar un referente histórico, la escala sería como, quizás comparable a la Segunda Guerra Mundial. Y finalmente, entonces he como listado como dos elementos, pero finalmente lo que hace el Green New Deal es que liga, fuertemente, el tema de cambio climático con el tema de desigualdad socioeconómica, que no se puede como acabo de decir un poco en los comentarios antes, pero no se puede como divorciar o aislar el tema de emisiones, o de destrucción de medio ambiente con todo el sistema que es como la raíz de esta destrucción. Que es como el capitalismo en sí, o el capitalismo tardío, o el neoliberalismo, bueno hay diferentes, pero yo creo que es el capitalismo en sí que crea un sistema que quiere crecer sin límite es justamente en contradicción con los límites del planeta, para decirlo en una manera súper básica. Entonces el Green New Deal aunque no es una propuesta de revolución, yo creo que tiene como la semilla de una transformación mucha más profunda que nos llega como a cuestionar el capitalismo en sí, pero por lo menos necesitamos transformar una sociedad súper desigual, a la vez que invertimos mucho con el sector público con el fin de descarbonizar la economía, y esos tres elementos es cómo veo el Green New Deal.   Ahora estamos en una coyuntura crítica, para decir lo obvio. O sea creo que es muy obvio que en el mundo y en nuestros países, sociedades, enfrentamos una coyuntura súper crítica. En esta coyuntura tenemos, para decirlo súper sencillo, dos opciones. Podemos reactivar la economía en una manera que hace peor todos sus rasgos temibles: la desigualdad de raza y de clase, el poder y tamaño del sector financiero, la precariedad, las altas emisiones e impactos severos en el medio ambiente. Este sendero es exactamente lo que tomamos en 2009, después de la última crisis financiera, el estímulo en 2009 realmente hizo peor la economía en todos esos términos que acabo de decir. O, tenemos otra opción. Podemos aprovechar la oportunidad, que no es solo una oportunidad económica, o sea, no es solo una crisis económica, sino también una crisis política, porque ahora en los Estados Unidos se ve la gente radicalizándose cada día, especialmente con estas protestas en la calle que acabo de mencionar. Entonces aprovechar esta crisis y apertura, realmente,  económica política y construir algo mejor. Y el estímulo verde es una propuesta para hacer esta segunda opción. Para usar el dinero público, recursos públicos para catalizar una transición energética, el cual de hecho, es una política pública que crea muchos más trabajos, o sea, los sectores verdes en general, y hay muchos datos empíricos sobre esto, los sectores verdes crean mucho más trabajo que la extracción de petróleo, que es súper intensiva en capital y no tanto en mano de obra, y también la construcción de nuevas carreteras, nuevas autopistas. Estas dos, por ejemplo, que son como estímulos convencionales, la extracción de recursos, de hidrocarburos, y las nuevas carreteras, estas dos no crean mucho trabajo, lo que crea trabajo son los sectores verdes, digamos. Y cuando digo sector verde, estoy diciendo la energía verde, el tránsito público, viviendas verdes, pero también todo el ámbito de salud, educación, todos esos sectores en que trabajan principalmente mujeres, y mujeres de color y también mujeres migrantes, todos esos sectores que son sobre cuidar la comunidad, que realmente no genera muchas emisiones. Entonces en términos muy amplios, los sectores verdes crean más trabajo, entonces es una manera mejor para reactivar la economía en una manera que realmente crea trabajo digno y sustentable. Y también tenemos el momento de crear estos trabajos verdes y dignos, y también de cambiar la planificación de nuestras comunidades. Hay un problema muy grande en los Estados Unidos con la infraestructura que está en un estado terrible, pero terrible, o sea es como chocante, porque estamos en el país más rico, pero la infraestructura pública, la matriz energética, sistemas de agua, no funciona para nada, entonces hay que como mejorar la infraestructura y la planificación urbana, pero hacerlo de una manera verde y que hace como una sociedad más igual, y, no sé la palabra en español, resilient, contra tanto la crisis como las crisis económicas, y todas las crisis que son muy fuertes ahora.   Las diferentes luchas de una clase obrera muy diversa y grande con a veces aliados en el sistema político, esto es nuestra teoría del cambio, o teoría mejor de poder. Que nada viene, nada bueno, viene sin lucha social, pero las luchas pueden siempre provisionalmente institucionalizarse en políticas públicas. Y también, no vamos a ganar de la noche a la mañana o en un momento clásico único, de ruptura, de revolución.... o sea, no es que no crea en la revolución como un horizonte, sino que no viene de la noche a la mañana, es un proceso largo, con victorias, pero también con derrotas. O sea, normalmente, más derrotas que victorias, en la izquierda por lo menos, pero las derrotas no podemos permitir que detengan el movimiento, hay que moverse siempre adelante, y por otro lado cada victoria hay que defenderla y seguir luchando, entonces es como una vía muy dinámica y con mucho de que el poder viene de abajo pero también el poder popular se puede instalar en instituciones, aunque siempre provisionalmente. Esto es como más o menos nuestra teoría del cambio.   El problema quizás más complejo, es que no hay un capitalismo verde. O sea, sería quizás más fácil decir que el capitalismo verde no es solución, y que necesitamos ecosocialismo en vez de capitalismo verde, si el capitalismo verde existiera, pero ahora no existe. Realmente, no hay inversión privada en los sectores verdes, en la escala que necesitamos. No es que todos los capitalistas están invirtiendo en energías renovables, en sectores verdes, en electro movilidad. O sea, si hay inversión es principalmente en China y después en Europa, pero en muchos países del mundo, incluso en estos países, no hay suficiente inversión privada en estos sectores, suficientes para realmente cambiar la matriz energética, entonces esto nos llega como en un punto difícil, que es ver que de todas maneras el Estado va a jugar un papel protagónico en impulsar sectores verdes, o sea no hay capitalismo verde o socialismo verde sin el Estado, porque los inversionistas, por varias razones, que están un poco más allá de nuestra conversación, quizás, no están invirtiendo con su capital privado en el nivel y en la escala que necesitamos. Entonces, tanto para capitalistas verdes como para nuestra visión del Green New Deal hay un rol muy importante para el Estado. Entonces la pregunta para mí no es mercado o Estado, realmente estamos en la situación de una economía mixta, en que el sector público va a impulsar estos sectores, entonces la pregunta es más bien qué tipo de intervención pública queremos.   Simplemente descarbonizar y dejar todo esta infraestructura como es, no es suficiente, porque, por ejemplo, para cuando cambiemos de los coches tradicionales a un Tesla, para decir como una marca que suena, pero bueno, para cualquier coche eléctrico, tiene como muy, o requiere tanta extracción de recursos, requiere mucho mucho mucho cobre, mucho litio, mucho níquel, cobalto, muchos muchos insumos que vienen de la tierra, y lo trágico es que un coche eléctrico requiere más recursos naturales, no hace más emisiones, creo, o sea hay a veces un poco de debate sobre eso, no hace más emisiones, creo que los viejos, tradicionales, en su día a día, generan muchas más emisiones, y como dije al principio, la cantidad de emisiones atmosféricas es como la crisis ambiental más importante, o realmente clave que tenemos que enfrentar. Entonces sí es importante descarbonizar, pero también es importante decir que los vehículos eléctricos requieren más insumos, más recursos naturales, y en una manera no sustentable. O sea, no podemos tener un billón de Teslas en el mundo, porque esto implicaría tantas minas de cobre, de litio, de níquel, tantas materias primas, que también requieren agua, mucha energía, o sea no es posible, el planeta no lo soporta, entonces tenemos que no solo descarbonizar, que es algo que el capitalismo verde puede como apoyar, 'oye sí, vamos a descarbonizar', y ahí la conversación es, no podemos simplemente descarbonizar, necesitamos descarbonizar y transformar el sistema de transporte y toda la planificación urbana, suburbana y rural del que el transporte es parte. Y, una cosa muy importante, es ampliar el sistema de transporte público, porque cuando más personas usan un bus, por ejemplo, que como obviamente un coche individual que normalmente durante el día está ahí en el garage, o sea, es como un desgaste de recursos naturales, porque la mayoría del tiempo un coche privado no está en uso, entonces, para usar los recursos no renovables, que vienen de la tierra y que tienen sus impactos sociales y ambientales, es muy importante transicionar  a un sistema de transporte público y colectivo, porque un sistema usa los mismos recursos naturales en una manera más eficiente y más racional, porque más personan gozan o se benefician de los mismos recursos, entonces esto es como un ejemplo, hay otras... o sea, hay mucho más ahí, tenemos que planificar las ciudades y suburbios en una manera diferente para hacerlas más densas, pero para hacer las ciudades y suburbios más densos sin hacer la renta más alta, tenemos que asegurar el derecho a la vivienda, entonces todo es conectado, como dije, o sea no podemos aislar estos temas políticos y ecológicos uno del otro.   Primero, el ecosocialismo dice que hay que salir de la relación extractivista, vinculado como dije antes a cientos de años de capitalismo global, esta relación extractivista con la naturaleza. O sea, hay que superar eso. Hay otras maneras de relación con la naturaleza, hay otras maneras de metabolismo socionatural, o sea no estamos deciendo que hay que salir de la naturaleza, que no es posible, sino que hay que cambiar la relación entre lo humano y naturaleza no humana. Y vernos como parte de los sistemas y procesos naturales. Y creo que también hay mucha inspiración de la, nos inspiran mucho los movimientos anti extractivistas en el sur global, que realmente han puesto el tema de extracción y el extractivismo en el terreno político y han desarrollado visiones mucho más allá que el extractivismo capitalista, de cómo los humanos se pueden relacionar con la naturaleza, muchas veces basado en comunidades y movimientos indígenas, pero también en movimientos urbanos y movimientos obreros y diferentes movimientos en el mundo, en el sur global, que han propuesto esto. También el ecosocialismo, quizás hay una diferencia con el socialismo clásico, con el socialismo del Siglo XX, lo que sea, que especialmente en el oeste, reconoce que hay límites físicos del planeta. O sea, en contra del socialismo clásico, no creemos en un crecimiento sin límites. Vemos que la idea misma del crecimiento sin límites, una idea capitalista que viene del modo de acumulación capitalista, y no vamos a repetir o copiar eso en nuestra visión socialista. Y no solo que hay límites físicos del planeta, sino también que hay procesos naturales y socionaturales que es importante respetar y proteger, y proteger tanto para la salud del planeta como la salud misma de las comunidades humanas, o sea, no es posible tener una salud pública sin que el planeta esté como en buena salud también, o sea que reconoce como el vínculo entre la salud del planeta y la salud humana. Estas tres cosas: superar la relación de extractivismo con la naturaleza, reconocer los límites físicos, y entender la estrecha relación entre la salud y bienestar humano, y la salud y el bienestar planetario. Esos son como tres referentes. También el ecosocialismo, a veces un poco diferente de otros socialismos, es muy internacionalista, o sea, entiende que la crisis, tanto de capitalismo como del clima es planetaria, o sea, no hay una manera de decir que hay crisis en este país, o solo en este país, o hay que enfrentarlo en este país pero no en este, o sea, todos estamos conectados, tanto en la crisis o en las múltiples crisis que existen, pero también en la emancipación, en la liberación tiene que tener como un horizonte planetario. Esto no indica para nada que no usamos los sistemas políticos que están a un nivel local, o subnacional, o provincial, o nacional, o sea, obviamente usamos los sistemas políticos que tenemos, que a veces son las elecciones nacionales, por ejemplo, una campaña nacional, o sea, estamos muy abiertos a usar los sistemas políticos que existen, pero siempre con un horizonte más allá, siempre con el entendimiento de que la crisis es mundial, y también la solidaridad entre comunidades es también global.   Mucha gente no tiene acceso a lo básico, entonces tenemos que decir cómo vamos a solucionar la falta de sus necesidades básicas en una manera que no solo no haga peor la crisis ambiental, sino que cambie el fondo de la relación humano-natural, entonces sí, esto es mucho, pero creo que en diferentes terrenos de lucha hay ciertas propuestas, y hemos hablado un poco de transporte, de vivienda, de planificación, o sea hay siempre propuestas que hacen las dos, que hacen la vida mejor para la mayoría, pero también que mitigan la crisis ambiental a la vez.    

Episodio 3 : Rodrigo Cordero – Sobre la crisis

En el tercer episodio de nuestro podcast conversamos con Rodrigo Cordero sobre el concepto de crisis. Por una parte, pensándola desde las dimensiones de fragilidad y ruptura que la caracterizan, pero también sobre sus geometrías y afecciones, que la ponen en constante tensión. Más que ensayar respuestas y definiciones sobre la crisis, nos adentramos en las preguntas que las constituyen, y las contradicciones que la fundamentan.   Imagen cortesía de Soledad Pinto.   Escucha el episodio a continuación:       También puedes leer la transcripción del capítulo acá abajo:   "Normalmente, cosas extrañas circulan discretamente bajo nuestras  calles. Pero basta una crisis para que salgan a la superficie, como si una inundación que desborda las alcantarillas las empujara para luego expandirse por la ciudad. Siempre es una sorpresa cuando lo nocturno irrumpe a plena luz del día. Lo que revela es una existencia subterránea, una resistencia interior que nunca se ha roto. Esta fuerza infiltra las líneas de tensión de la sociedad a la que amenaza. De repente las magnifica, empleado los circuitos ya existentes, pero los reutiliza al servicio de una ansiedad que viene de lejos, no anticipada. Rompe las barreras, inundando los canales sociales y abriendo nuevos caminos que, una vez calmado el flujo de su paso, dejarán un paisaje y un orden diferente."   Soy Rodrigo Cordero, profesor asociado de la Escuela de Sociología de la Universidad Diego Portales, y director del Doctorado en Ciencias Sociales de la misma universidad. Mi trabajo de investigación se sitúa en el campo de la teoría social. Básicamente investigo temas y problemas que están en la intersección entre teoría crítica, teoría conceptual y sociología política.   Quise iniciar esta conversación con esta imagen conceptual, que es un extracto del inicio de un libro extraño y bastante improbable como fuente para reflexionar acerca de las crisis. Se trata de el libro titulado "La posesión de Loudun", del historiador y antropólogo francés Michel de Certau, que fue publicado el año 1970 y que reconstruye la historia de un conjunto de exorcismos realizados a unas monjas ursulinas, en una pequeña localidad francesa. El libro tiene varias cualidades, pero la que me interesa en particular es el estilo de escritura que de Certau realiza en ese libro, que tiende a ser más bien un libro en que cada capítulo es una suerte de videoclip: son como pequeñas viñetas que recorren el museo, la plaza de la ciudad, los claustros, para intentar reconstruir toda esta experiencia. Ahora, ¿por qué utilizo esta imagen para comenzar, o para evocar algunas preguntas o inquietudes sobre las crisis? Me parece en particular -la imagen es poderosa- pero en términos más particulares las imágenes conceptuales nos permiten trabajar con una definición conceptual, nos permiten trabajar con formas de definición conceptual que no descansan en la búsqueda de sistematicidad, sino en la búsqueda de producir sentido, de hacer sentido a partir de referencias metafóricas y visuales, intentando comprender a través de esas referencias metafóricas, visuales, los elementos, las relaciones y las tensiones que caracterizan y dan forma a un fenómeno tan complejo como las crisis sociales. Nos permiten de alguna manera, sin tener que ofrecer una definición de diccionario, delinear los contornos siempre borrosos de este tipo de eventos.   Ahora, qué elementos aparecen en esta imagen conceptual, y que ofrecen claves para pensar y dilucidar el fenómeno de la crisis: yo diría que hay varias tensiones interesantes que emergen en esta cita que está al principio de este texto maravilloso de Michel de Certau. Algunas de las cuales son, por ejemplo, la tensión entre superficie y subterráneo; lo visible y lo oculto; la contención, el orden, y el desborde; las certezas y las incertidumbres, o las certezas y las sorpresas; la regularidad y la ruptura; los flujos y las huellas. Creo que todas estas distinciones, o tensiones, contribuyen a pensar lo que uno podría decir es el paisaje socio-material en el cual se genera, tiene lugar, y despliega la experiencia de las crisis. Un segundo aspecto que me parece importante y que, en relación a esta cita, me permite pensar, o evocar imágenes sobre la crisis, dice relación con una pregunta que me ha obsesionado hace bastante tiempo, y la cual he perseguido de distintas maneras, y en distintas formas, con distintos objetos, que es la pregunta acerca de qué forma tiene una crisis. Esta pregunta no es una pregunta meramente analítica, sino que es una pregunta bastante concreta, porque de ahí la pregunta acerca de qué forma tiene una crisis se plantea la inquietud respecto de la forma en que las crisis se representan, se identifican, las formas en las cuales hablamos acerca de las crisis, y cómo las experimentamos.   Ahora, las formas que adquieren las crisis dependen en parte importante del propio discurso, la descripción, y la manera en cómo estas se entienden. En este sentido, las crisis no solo responden a procesos sistémicos, abstractos, estructurales, que dislocan el funcionamiento de las instituciones. Las crisis también tienen que ver con la experiencia vivida por los sujetos, por grupos que sufren los efectos de problemas funcionales: una crisis económica, la misma crisis o situación pandémica y de salud pública que estamos experimentando. Ahora, la complejidad del fenómeno de la crisis también, en ese sentido, responde a esta doble dimensión y a la posibilidad misma de conectar estos niveles, estas dinámicas más abstractas, más generales, más estructurales de la sociedad, con la dimensión vivida de la crisis, la dimensión más experiencial. Esto me parece relevante porque la aparición, circulación y respuestas a las crisis se encuentran en gran medida mediadas por el modo en que los actores, las personas, intentan hacer sentido y explicar los problemas que estos momentos revelan. Y en ese sentido un aspecto importante en relación a la pregunta sobre las formas que tienen las crisis es que la crisis por excelencia es un fenómeno que pone a prueba las posibilidades de representación, de ahí la relevancia sobre la forma de la crisis, pero también la crisis de las formas, para ponerlo en otro sentido. Porque, de alguna manera, lo que las crisis requieren es ser traducidas comunicativamente en distintos lenguajes, y desde distintos saberes, por ejemplo: situaciones, objetos, repertorios de acción, estructuras teóricas inclusive. Y esto además es relevante porque la noción misma, el hablar de la crisis, el mencionar la crisis, el emplear el concepto de crisis nos habla también de que la crisis es una idea disponible públicamente para los individuos, para los sujetos, quienes al definir por ejemplo un objeto, una situación en términos de crisis, no solo están dando cuenta de un estado problemático de cosas, sino también le atribuye un sentido normativo: nombrar la crisis significa atribuirle un significado de relevancia y de importancia normativa, algo de lo cual hay que hacerse cargo.   Ahora, y en este sentido la cuestión de la forma de la crisis, su representación o identificación, y su relación con la experiencia misma y vínculo con la condición de fragilidad de la vida social, me interesa además porque en particular, este fenómeno nos habla acerca de las disputas o luchas de representación que tienen en torno a los procesos de crisis, qué ocurre, cómo nombrarlos, quién puede hablar sobre la crisis, qué voces son escuchadas, cuáles son silenciadas. Y además me interesa porque también nos permite dar cuenta acerca de la manera en que se normalizan y estabilizan determinadas maneras de comprender las crisis, y que también se traducen o tienen influencia en el modo en cómo se abordan, se resuelven. Y además porque tienen incidencia en las formas en cómo se traduce en mecanismos, dinámicas, o formas de invisibilizar también ciertas experiencias de grupos sociales e individuos. Por ejemplo, en el marco de la situación de la crisis por el COVID, me ha interesado en particular pensar el lugar que ciertas formas de representación de la crisis tienen. Particularmente las formas geométricas, que han tenido lugar y de alguna manera se han diseminado como formas de hacer sentido acerca de lo que está ocurriendo. En torno al discurso público respecto del COVID, y las intervenciones públicas de autoridades y expertos, se ha articulado toda una suerte de geometría de la crisis, con tanto discurso sobre mesetas, curvas e imágenes similares, creo que es interesante problematizar, e incluso cartografiar de qué manera estas geometrías de la crisis también lo que hace es invisibilizar otras geometrías a las que es necesario poner atención. La geometría del espacio doméstico, de las distancias cortas que ahora se tienen que recorrer en la ciudad, etcétera. Pero me parece que hay algo interesante, potente, en relación a eso.   Un segundo elemento que me ha parecido interesante, o que le he puesto algo de atención en el contexto de la crisis del COVID, y que se relaciona con la inquietud respecto de la forma de la crisis, o de la crisis de las formas, dice relación con todo este género de escritura sobre la crisis y la pandemia que ha emergido sobre todo en el mundo online: intelectuales públicos, filósofos, de distinto tipo, intentando hacer y producir sentido respecto de la condición pandémica. Ahora, la cantidad de texto que se ha producido en torno a esto me parece fascinante como fenómeno de reflexión porque habla mucho acerca de la crisis, se ha extendido de alguna forma de manera tan rápida como el virus mismo. Ahora, debo ser honesto, no he tenido mucho tiempo ni energía para leer y ponerle mucha atención en serio a este cuerpo de literatura emergente, porque como a muchos, el cuidado de los niños pequeños y el esfuerzo de sostener las actividades domésticas diarias hace difícil ocuparse de otra cosa, como por ejemplo leer esos textos o escribir algo acerca de la crisis. Ahora, digo esto, precisamente porque en este contexto debemos repensar y ponderar qué tipo de intervenciones resultan necesarias para aquilatar la experiencia de esta crisis de escala genuinamente global y también radicalmente local, incluso microscópica. A quién le queremos y debemos hablar, para qué, desde dónde, de qué manera. En este sentido, no he podido dejar de pensar, y no estoy seguro en realidad de la respuesta, en el valor y la necesidad del texto escrito, particularmente del texto académico como un medio y espacio de reflexión sobre la crisis. E incluso he hecho la reflexión de, siendo una persona que ha escrito harto sobre crisis, como teóricamente, he investigado de manera muy sistemática sobre esto, me cuesta pensar si es que tengo algo meridianamente inteligente que decir acerca del coronavirus y la situación de crisis que ha articulado, y no sé si en este momento además puedo hablar como teórico social, por ejemplo, ni si acaso es urgente plantear la conversación en esos términos. Quizás lo que más puedo hacer, desde el espacio doméstico en el cual estoy yo, y al igual que otras personas, recluido, es pensar en preguntas. En fragmentos que no alcanzan para un argumento, ni imágenes de cómo pueden ser las próximas semanas. Y en ese sentido yo creo que la pregunta acerca de las formas de la crisis vuelve a tomar relevancia para mí y mi trabajo. Y una de las cosas que he aprendido del ejercicio de hacerme estas preguntas es que si hay algo fundamental en la experiencia de las crisis, en la incertidumbre, las dislocaciones que producen, es precisamente la necesidad de reconsiderar nuestras formas.   Hace dos o tres años atrás publiqué un libro sobre el concepto de crisis en las sociedades modernas, que se llamaba "Crisis and critique", y en ese libro intento reflexionar, o intentar pensar en el lugar que tienen las crisis en las formas de auto-descripción que las sociedades modernas tienen para dar cuenta de situaciones de ruptura, momentos de dislocación, y cómo las crisis en particular se utilizan como momentos o procesos de despolitización, y también cómo las crisis se utilizan como mecanismos de gobierno. Ahora, la teorización general de ese libro, la reflexión general que intento proponer en un recorrido por la historia de la teoría social, es la relación que tienen las situaciones de crisis con la condición de fragilidad constitutiva de la vida social. Y en este sentido, parte de lo que intento ofrecer en ese libro, en esas reflexiones, es buscar pensar las crisis no simplemente como meros accidentes o eventos inesperados, o momentos excepcionales, no obstante muchas veces las crisis se nos aparecen así, como esa suerte de excepcionalidad, sino que me interesaba pensar, y me sigue interesando pensar, que las crisis son procesos que, son efectivamente procesos que revelan las contradicciones que circulan de manera más o menos discreta, muchas veces invisibles bajo la superficie de las relaciones sociales, de las prácticas, de las instituciones. Y es en ese sentido que las crisis lo que hacen es producir estos momentos de dislocación que, casi como una fisura en la fachada de un edificio, ponen en cuestión, dislocan el sentido común de orden, durabilidad, naturalidad y objetividad de las formas de vida que nos hemos dado. En ese sentido, la crisis lleva una alta dosis de destrucción de elementos que estructuran el mundo común en que vivimos, por ejemplo, valor económico, vidas humanas, instituciones, significados establecidos. Entonces, parte importante de mi pensamiento respecto de la crisis ha estado vinculado con la noción de fragilidad y de ruptura, de la dislocación, porque cognitivamente, las crisis abren un espacio de visualización de dinámicas sociales y generación de conocimiento, en el sentido de que el mundo social se hace un objeto de observación sobre sí mismo, o parte del mundo social; normativamente porque la crisis en tanto ruptura, moviliza esfuerzos por contener, y suturar esa fisura: el mundo social de alguna manera se convierte en un espacio de intervención y reprogramación, intentar corregir, resolver; y temporalmente, porque la crisis pensada en términos de ruptura, nos habla o nos permite pensar en las huellas que las crisis dejan, y que alteran la configuración del territorio social. De alguna manera, en ese sentido, las crisis nos permiten pensar en la forma en que el mundo social se construye en un lugar de memoria, pero también de olvido.     Sin embargo, este modo persistente en el que he pensado las crisis, desde la perspectiva de su vínculo con el fenómeno de la fragilidad, y de la ruptura en particular, yo creo que requiere ser reconsiderado, particularmente desde el hecho, pensando particularmente en el contexto de la actual crisis del COVID, pero también en la crisis del estallido social en octubre en Chile, y otros fenómenos equivalentes o similares, es que parte de la necesidad de pensar de la crisis, obliga no solo a pensar en el momento de ruptura, sino también cómo la crisis es el modo normal en el que se estructura parte importante de la experiencia de muchas personas, poblaciones y grupos humanos, es decir, el hecho de que la experiencia cotidiana de muchas personas no se estructura sobre la experiencia de la ruptura, sino de la normalidad de la crisis, y esa normalidad es la que tenemos que comenzar a problematizar.   Además de la cuestión de la normalidad de la experiencia de la crisis para grupos importantes de la población, que viven en el modo de la crisis, un segundo aspecto al que nunca le puse mucha atención en ese libro, pero que ahora se me hace necesario y evidente para una mejor comprensión de las crisis, es que cuando hablamos de crisis, hablamos siempre de los efectos que generan, pero poco hablamos de los afectos que estructuran y condicionan el modo en cómo las crisis adquieren forma. Las crisis suponen procesos sociales que afectan directamente a la vida de las personas, y el ser afectado no significa solamente sufrir consecuencias negativas, sino que la relación que tenemos con los fenómenos y procesos de crisis es profundamente afectiva. En algún momento, y esta imagen es con la cual me gustaría finalizar, Adorno sostiene lo siguiente: la sociedad se hace evidente cuando duele. Yo creo que no hay momento en donde esa frase, esa imagen, se haga más verdadera que en los momentos de crisis social.        

Episodio 2 – Tomás Ariztía: Sociología de la Transición Energética

El inesperado colapso de la industria petrolera en el 2020 ha abierto un portal para pensar sociedades futuras más allá de los combustibles fósiles. En el segundo episodio de Pensamiento Nómada, Tomás Ariztía (Sociología UDP y Núcleo Milenio Energía y Sociedad) nos habla acerca de las transiciones (energéticas, ecológicas, y de cosmovisiones), y del rol que la sociología puede desempeñar en ellas.   Escucha el capítulo a continuación:     También puedes leer la transcripción del episodio acá abajo   Yo creo que lo más problemático en el caso de Chile y del mundo en general, incluso con este telón de fondo de la crisis del petróleo, es la modalidad en que se está instalando la idea de la transición eco-renovable, en el sentido de que lo que uno observa es que muchas veces el imaginario de transformación que se moviliza asociado a las renovables no convencionales, es el imaginario de el crecimiento escalar, de la gran empresa, de la gran, un poco... diría la Anna Singer, de la plantación, entonces la pregunta y el desafío es cómo evitar de que, frente un eventual desplome, por ejemplo, del sistema de los combustibles fósiles, si es que eso pasara, las renovables no convencionales se transforman en algo que las reemplaza con la misma lógica. Bueno, mi nombre es Tomás Ariztía, yo soy académico de la Escuela de Sociología de la UDP, investigador del NUMIES, que es el Núcleo Milenio Energía y Sociedad, y trabajo hace tiempo temas que están en el entrecruce de la sociología económica, y la sociología del medio ambiente, entre otras cosas, consumo sustentable, capitalismo verde, etcétera. Yo creo que hay dos conceptos súper choros para pensar la crisis actual de la industria petrolera. Uno, que es un concepto que ocupan muchos sociólogos, personas más de las humanidades ambientales, que es el concepto de "cultura del petróleo", o "Petroculture", y que en el fondo, lo interesante al mirar, todo este vaivén de los precios del petróleo, no es quedarse solamente con la industria del commodity, sino es mirar cómo, al final, detrás de todo ese tráfico de energía, de petróleo con los distintos nombres, denominaciones, lo que se esconde es una forma de organizar la vida social en su conjunto, que se vuelve visible. Aspectos fundamentales, por ejemplo, el transporte, y su asociación a la cultura del petróleo, el plástico y la cultura de consumo del desecho, la inmediatez de los envoltorios, etcétera, y la inmediatez de principios que se han transformado como, de alguna forma han estado en la punta de la cultura del consumo del capitalismo tardío, como confort, conveniencia, limpieza, por sobre otros principios que podrían organizar perfectamente las dinámicas de producción y consumo: duración, reparabilidad, etcétera. Entonces, creo que de alguna forma es interesante esta crisis, porque de alguna forma vuelve esto visible, que es la dificultad para de repente representar estos como hiper-objetos, podríamos decir, el sistema global de la energía. Y que esto conecta directamente con el ámbito incluso de la forma de organización política de las sociedades. Hay otro concepto, que me gusta mucho, que es el concepto que acuñó el Timothy Mitchel, un historiador, geógrafo, de la energía, y que habla de la democracia del carbón, y que de alguna forma, el petróleo explica una forma particular de organizar nuestra vida política y social y que en la medida en que el sistema del petróleo entra en crisis, también se abre la posibilidad de problematizar los fundamentos de esta vida en común. Dicho eso, creo que de alguna forma, lo que esta crisis enuncia, la crisis de los precios del petróleo, etcétera, conecta más bien con un debate que tiene que ver con los países petroleros, sobre todo, y ahí creo que de alguna forma Estados Unidos es... la quintaesencia con su industria del fracking subsidiado, o sea, los países que producen y que generan, y que organizan su producción en torno a los combustibles fósiles. Y el caso de Chile, es cercano pero tiene, creo, cosas similares o..y diferencias que creo que hay que plantear, pero, que a nivel global, como la superabundancia de stock y como la crisis de precios, y eventualmente lo que podría llegar a ser la crisis de la industria, de la industria sobre todo del fracking, o de la forma de producción de petróleo más barata, y que son ambientalmente más costosas, es una tremenda oportunidad para acelerar políticas de descarbonización desde el Estado, y un poco también todo el debate que hay en el mundo americano sobre dejar caer, cómo dejar caer esta industria, hasta dónde sostenerla, etcétera. Entonces, un tema que a mí me interesa mucho con respecto a la alternativa, es cómo nosotros podemos de alguna forma hackear o volver problemático desde las ciencias sociales y las humanidades esta dominancia de una mirada tecno-económica de la transición energética. Es decir, como... que está asociado a temas de escala, a temas de venta, a temas de mercado global, etcétera, que es, creo yo, por lejos el eje dominante del debate en Chile de las transiciones. De hecho, cuando uno ve las publicaciones sobre transición energética, una gran mayoría están en ese clivaje. Y creo que el desafío ahí, y ahí nos ayuda un poco esta catarsis de los precios del petróleo, es imaginar una cultura post-carbono o post-petróleo que también trasicenda los arreglos sociopolíticos propios de circulación de commodities de energía, en el fondo, o sea no transformar Chile en una Arabia Saudita, o en algún otro gran productor y exportador, sino aprovechar esto como una oportunidad para pensar formas de vida en común distintas. Los instrumentos públicos, pero también las formas de relacionamiento, incluso de los actores, están generalmente enmarcadas en esta dinámica de en el fondo, las energías renovables no convencionales, es decir, las que son las dueñas de la transición, tienen que ser también un buen negocio, o tienen que transformarse en una oportunidad de desarrollo económico, global, etcétera. Esa es una apuesta que en Chile uno ve desde el Estado, desde hace muchos años, de hecho, no sé si tu sabías, pero Chile es uno de los pocos países que ha avanzado mucho en el cambio de la matriz energética sin ningún tipo de subsidio, y un poco tiene que ver con este dogma neoliberal de que los subsidios son ineficiencia, etcétera, o sea, en Chile todo lo que se ha avanzado es a precio de mercado, los modelos europeos de Alemania y España, dependían mucho de subsidios estatales para poder instalar esta tecnología, y en Chile eso no fue así, y eso es algo que hace que los técnicos de temas energéticos se ufanan mucho, que acá no se perdió un peso del Estado... Pero lo que nos dice a nosotros más desde la sociología, es que lo que subyace a esta transición, y eso yo creo que es lo que hay que problematizar críticamente, y lo que estamos haciendo en el Núcleo Milenio, es esta idea de que la energía se entienda como un espacio puramente tecno-económico, que implica una ganancia comercial, etcétera. Por eso es que podríamos, y estamos corriendo el riesgo de transformar esta oportunidad de transformación más profunda, más radical hacia el post-carbono, en una transformación puramente tecnológica, y eso creo que no... no lo veo muy... o sea, no es improbable. Piensa que ahora se está haciendo un Instituto de las Tecnologías Limpias, por ejemplo, en Chile, que es gigantesco, monstruoso, pero que está asociado únicamente a estos parámetros: cómo transformamos las posibilidades de las energías renovables no convencionales nos permite transformarnos en una potencia exportadora de bienes elaborados. Y eso deja afuera del debate una cantidad enorme de posibilidades, de posibilidades como socio-técnicas, o de arreglos tecno-sociales, que no son necesariamente comerciales. Para ponerte un ejemplo: la generación distribuida, las renovables no convencionales permiten formas de generación comunitaria, por cooperativa, por unidades territoriales pequeñas que es fabulosa en términos de configurar formas políticas también alternativas. Bueno, el lobby y la forma de organizar la transición en Chile, ha dificultado muchísimo ese tipo de cambios, que son cambios que son muchos más interesantes en términos socio-políticos, pero que tecnológicamente están rodeados de temores, por ejemplo, nosotros en una parte del trabajo de campo que hicimos en el Fondecyt, estudiábamos cómo los técnicos asociados a... cuando se regulan la transición energética construyen metáforas que excluyen este tipo de transformaciones más radicales del debate de lo posible. Por ejemplo, muchos técnicos.... en el terreno que hicimos cuando se debatían las leyes en el senado, en el parlamento, asociada a la generación distribuida, o cualquier forma de generación que no está asociada a grandes distribuidores, a dinámicas a lo que ellos llaman "el espiral de la muerte". ¿Qué significaba "el espiral de la muerte"? Esta metáfora de que cualquier forma de experimentación puede costarnos el desabastecimiento, escasez, problemas de precios, etcétera. Entonces claro, esta lógica más tecno-económica de la energía se impone. Lo mismo con la plasticidad de la infraestructura energética en términos de generación comunitaria y política, que es algo que yo también he trabajado, de hecho ahora recién publicamos un paper con un colega, con el Felipe Raglianti, sobre cómo las infraestructuras asociadas a la transición energética son espacios políticos, de transformación, de empoderamiento, de creación de cooperativas, de colectivos, y depende mucho de cómo lo organizamos para poder sacarle punta más allá de lo económico. Entonces creo que el principal, para mí, límite o problema, es esta dominancia de este imagnario tecnoeconómico, como hay muchos que hablan del "techno fixing", o de la modernización ecológica, y me parece que no tiene hoy día, en el contexto actual, y frente a la urgencia que tenemos, un oponente que esté a la altura. Y eso creo que es un tremendo desafío para nosotros los cientistas sociales, porque lo que uno observa es que incluso discursos interesantes, cuando bajan a nivel de políticas públicas, cuando se transforman o se instalan en la realidad, quedan filtrados por esta gramática del negocio, del profit, de la viabilidad económica, etcétera. Ponte tú, otro proyecto que ahora estamos escribiendo del Fondecyt sobre el mundo de la economía circular, que eventualmente uno podría decir: bueno, cualquier transición hacia el post-carbono tiene que repensar la relación que tenemos con los recursos, la duración, etcétera, pero generalmente las políticas de economía circular, o la forma en que un discurso tan entre comillas bonito se baja, está muy amarrado a la idea de viabilidad económica, ganancia... Nosotros hemos estado haciendo etnografía con pequeños actores económicos que quieren desarrollar tecnologías acá, y en el fondo, lo que empieza desde el punto de vista de una ambición de transformación, termina siendo un negocio de un prototipo específico, porque los encuadres institucionales te llevan, y también la forma en que está organizado el campo, te lleva a tener que operar de esa forma. Bueno, este debate está súper visible a propósito de la pandemia, con la cantidad de intelectuales hombres mayores que salieron a aventurar el fin del capitalismo, el fin del carbón, lo cierto es que ese tipo de discursos son interesantes, porque son performativos, y permiten como imaginarse algo que viene, pero también son incapaces de tener una bajada más concreta, más material, entonces creo que la alternativa a esta cosa, a esta visión más eco-modernista, más de capitalismo verde, se juega en esta doble trampa entre el localismo y la declaración generalista, más bien vacía, eso va a depender de las tradiciones de las cuales vienen, y creo que ahí hay un tremendo desafío, que no se ha logrado articular un discurso más concreto, más plausible, de transformación, que venga a ofrecer una alternativa. Y yo creo que ahí hay algo interesante en el Green New Deal, a pesar de que también es una de las críticas que le hacen, cuando le dicen el "Green New Dream", que tiene que ver con la implementación, la materialidad, etcétera. Entonces, para mí, ese es un gran tema de debate de la sociología, de las ciencias sociales, porque también nosotros también hemos dejado de hacer un trabajo que hicimos, o alguna vez se hizo con mucha fuerza antes del advenimiento del orden más bien neoliberal. Entonces, cosas que se me ocurren, cómo trascenderlo, hay varias, y son algunas de las cosas en que he estado trabajando, en términos de estudios empíricos, pero en general tiene que ver con evitar estas dos trampas que yo creo que han absorbido la energía de un contra-discurso o un contra-movimiento. Por una parte, lo que te comentaba sobre el problema del localismo: se sitúan en un registro escalar que es súper interesante en términos de transformaciones biográficas, incluso de comunidades, pero es completamente inviable en escalarmente para lo que se requiere para una transición de este tipo, por lo tanto cuando uno pone estos discursos más periféricos, los confronta con las alternativas que se diseñan en este encuadre más tecno-económico, aparecen desprovistos de ambición, son muy pequeños, no funcionan... está el típico tema de cómo vamos a... o sea, uno no puede hacer una transición para la India solamente en este tipo de... y hay mucha, una tradición grande en las ciencias sociales críticas ambientales de este tipo, que viene del movimiento ambiental, etcétera. Y su versión más... una de las versiones más puras, creo, es el decrecimiento, que es súper interesante como movimiento, pero que también plantea pregunta en relación a la escala. Y la otra trampa, que creo que está en la antípoda, es esta como, de alguna forma, naturaleza a veces excesivamente abstracta y declarativa que tienen estos discursos críticos, que muchas veces no son capaces de articular una propuesta concreta o una bajada concreta a la propuesta, y más bien organizan como un debate en torno a los fines o a los parámetros, etcétera, y ahí lo que comentaba era, a propósito de la pandemia, cómo el debate que se armó en la filosofía por la cantidad de intelectuales públicos que salieron a diagnosticar en términos generales advenimientos de un nuevo algo, pero que en general, en esos discursos nunca se termina de dibujar lo suficientemente, entonces termina siendo muy abstracto. Entonces, estas dos trampas, creo yo, de alguna forma inhiben o han inhibido la posibilidad de articular un imaginario alternativo potente, que funcione, para construir o pensar en esta transición ambiental como un espacio de re-pensar nuestra vida en común.

Episodio 1 – Hillary Hiner: Reproducción Social y Pandemia

En nuestro primer episodio, Hillary Hiner nos habla acerca de la crisis de reproducción social y los cuidados en épocas de pandemia. Conversamos, además, sobre cómo las diferentes desigualdades de género se han visto (in)visibilizadas producto de la actual crisis sanitaria.   Escucha el capítulo a continuación:     También puedes leer transcripción del episodio acá abajo     Se ha.. de alguna forma yo creo que se ha como desenmascarado un poco esto de los que a veces se llamaba como este "balance", ¿no?,  así como de trabajos - cuidados, lo cual en realidad yo creo que para la mayoría de nosotras como mujeres trabajadoras en general, la única forma de alcanzar ese balance era a través de cuidados pagados. O sea, dependíamos mucho del jardín, de la sala cuna, del colegio, y ahora que se cerraron esas vías de cuidados pagados, la verdad que yo encuentro que estamos prácticamente todas en una situación muy muy compleja respecto a los cuidados en casa... y ahí aparece mi hija, justamente....   Soy Hillary Hiner, historiadora feminista, soy académica, profesora asistente en la Escuela de Historia de la Universidad Diego Portales, y mis líneas de investigación muy generalmente se podría decir que se concentran en todo lo que tiene que ver con feminismos, géneros, sexualidades, historiografía feminista, historiografía de género, movimiento feminista, movimiento LGBTQ. Y también he trabajado todo el tema de violencia, y todo ese cruce, porque me identifico como feminista interseccional, antirracista.   Dentro de las casas, por ejemplo, todavía las mujeres hacemos mucho más trabajo que los hombres. O sea, las mujeres que están en pareja generalmente igual  hacen... no sé po', dos, tres horas extras de trabajos de cuidados diariamente, yo creo que todo eso de alguna forma como que está llegando a su límite. O sea, yo creo que hay muchas mujeres que se sienten como agobiabas, que se sienten colapsadas con esta situación de tener que hacer teletrabajo desde la casa, y además también hacer los cuidados.   Una cuestión que se tiende a asumir es que en primera instancia, que todas las mujeres tengan o vivan, digamos, como en un constructo de familia heteronormada, familia nuclear, que hay como papá y mamá en casa, y como dos hijos o hijas, lo cual en realidad no existe para la mayoría de las mamás, y de hecho como que en general en Chile tenemos una cantidad pero abrumante de mujeres jefas de hogar. Entonces eso en realidad también es una situación que no sé si se ha estado reconociendo como en su totalidad. Y aparte también como respecto de eso, lo que decía antes sobre el lenguaje más heteronormado, o sea también siento que no se reconoce esto de que efectivamente también hay distintas homo y lesboparentalidades, que de alguna forma mucho del lenguaje respecto de los cuidados de alguna forma como que no se reconoce. Y finalmente, yo creo que también hay otros cuidados que de alguna forma tal vez como que también son más ocultos. Yo pienso en la cantidad de amigas que tengo que están cuidando a sus padres, o sea yo creo que ahí también no es solamente el tema de niños o niñas, pero también el tema de tercera edad, donde efectivamente también en particular por esto del COVID-19, que afecta aún más a esa población, o sea donde hay más riesgo, hay más preocupación, y también, bueno, ahí hay varias amigas que ya tenían mamás o papás con problemas de salud, ponte tú entre Alzheimers, derrame cerebral, varias cosas, donde estaban en casa y ya de por sí con cuidados, y donde ahora tampoco han tenido esos cuidados pagados que como que ayudaban un poco con eso, donde es muy difícil de encontrar ese tipo de ayuda, y donde ellas han tenido que asumir entonces los cuidados en gran medida. Entonces yo creo que ahí también como pensar en un poco como este abanico de cuidados, incluyendo ahí todo esto de que efectivamente en general estamos hablando de trabajos altamente femeneizados, o sea no tienden a ser actores como de mayor participación masculina, y donde de alguna forma yo creo que lo que está fallando, pero fallando, es el Estado. O sea, aquí en Chile tenemos un problema muy grave de políticas públicas, y hasta cierto punto también incluso en un sector como más privado. O sea dentro de muchas empresas, o qué se yo, tampoco creo que hay como un pleno reconocimiento de lo que está ocurriendo.   Yo creo que, claro, es lógico que evidentemente, si estás más encerrada en casa, y ya existía algún tipo de violencia, bueno, evidentemente eso se va a agudizar con esta situación, yo creo que eso es como bien evidente. Ahora, creo que el problema en el fondo respecto de esto... bueno, hay varios problemas respecto de cómo respondemos a esto. Y  yo creo que Chile también presenta  algunas dificultades tal vez aún mayores, porque aquí en Chile estamos saliendo... o sea estamos como entre medio de dos crisis, o sea dos crisis como bien agudas. O sea, una crisis política que tiene que ver con el estallido social, y hay esta crisis que es como por pandemia, que es una crisis más bien sanitaria o de salud, y yo creo que esas dos cosas como se combinan en este caso en particular para fomentar, o dificultar aún más esta situación, porque si pensamos por ejemplo en el ministerio de la mujer y la equidad de género, efectivamente ya desde el estallido tenía como una crisis de legitimidad, o sea, teníamos la figura de una ministra que no ha estado respondiendo frente a estas denuncias de violencia política sexual, que no se pronunciaba, que no aparecía, que no...que básicamente no quería participar, y al final de cuentas ella renunció, asumió otra ministra, pero que ha tenido muy bajo perfil, y dentro de eso por ejemplo respecto a la violencia no fue sino hasta hace muy poco, tal vez dentro de los últimos diez días que el mismo ministerio ha sacado algún tipo de información como estilo flyer o en su página web sobre cómo responder frente a la violencia. Y yo creo que eso tiene que ver con un problema institucional, o sea, como decía antes hay un cierto nivel de desorganización y también por otro lado en este momento, o sea todo lo que ocurría ahí con el estallido, también, o sea si nunca digamos muchas organizaciones feministas han estado muy cercanas al ministerio, ex SERNAM, siempre han habido tensiones ahí, pero con esto del estallido, gobierno de derecha y todo, yo creo que esa brecha se volvió como ya... una cuestión muy grande y también como aún más política, donde muchas organizaciones no querían asociarse con el ministerio. Y yo creo que por lo mismo, entonces, a la hora de pensar en hacer un trabajo más en red, o sea, el tipo de trabajo que se necesita para trabajar este tipo de casos de violencia íntima de pareja, se vuelve muy difícil porque los canales de comunicación y la posibilidad de trabajar en conunto de por sí ya es un campo minado, entonces yo creo que es una situación bien compleja. Lo que yo sí he visto, es que estos grupos o estas iniciativas de tratar de proveer tal vez como más servicios propios. Como que he visto esto de, por ejemplo, decir que tienen psicólogas o abogadas, o esto de dar números de teléfono, o sugerir ocupar ciertas apps, así como en el teléfono, para trabajar esto de violencia, para trabajar en red entre organizaciones feministas, lo cual de alguna forma  es volver también o retomar mucho más estos modelos feministas anteriores, de lo que yo hablé en mi libro, y sobre lo cual he publicado, porque son redes más de servicios directos.     De alguna forma, es común entrevistar de repente a académicos hombres como para hablar de neoliberalismo, poder popular, o como esto de como proyectos más revolucionarios, pero también hay muchas historiadoras feministas que tenemos publicaciones también sobre lo mismo, pero también pensando desde estas miradas más desde género y sexualidades, lo cual siempre yo creo que le da como ciertos matices que también son bien importantes de traer a colación. Yo pienso al tiro por ejemplo en un trabajo de la María Angélica Illanes, sobre biopolítica, y ella ha trabajado eso también a través de mujeres tanto en el sector de salud, como también mujeres como trabajadoras sociales, lo que anteriormente se llamaban visitadoras, y principalmente como en la primera mitad del siglo XX. Y yo creo que lo que esos trabajos aportan también es recordarnos la importancia de esto de las políticas públicas estatales, en momentos de crisis económica, como en ese contexto, y cómo dentro de esos sistemas de atención estatal, en general la cara de la atención era femenina. O sea yo creo que eso también es bien interesante, y cómo esa atención femenina por ejemplo, también tenía que ver no solamente con lo estatal, pero en general también con ciertas presiones, o con activismo por parte del movimiento feminista. Entonces yo creo que de alguna forma, ya que sabemos que parte de esta corona-crisis no es solamente el elemento sanitario, sino que también va a haber un fuerte elemento económico, yo creo que ahí también va a haber ciertas ideas de cómo en estos momentos de crisis económica, qué es lo que se plantea respecto a género, mujeres... y ahora hoy en día, pensando también en disidencia sexual  por ejemplo, qué es lo que pasa respecto a cómo estamos pensando políticas públicas, Estado, cómo estamos pensando el rol de los movimientos sociales, cómo estamos pensando por ejemplo esto del activismo, donde hoy en día yo creo que el movimiento feminista está muy muy fuerte, tal vez lo más fuerte que ha estado, y eso también de alguna forma nos entrega una cierta visibilidad y un cierto peso a la hora de llegar a la mesa y conversar respecto a lo que está ocurriendo. Pienso por ejemplo en el trabajo de una compañera como la Karen Alfaro, que ha trabajado mucho este tema de adopciones irregulares por ejemplo, y niños y niñas robados y robadas en el sur durante la dictadura, lo cual de alguna forma yo creo que nos demuestra con mucha crudeza la extrema pobreza que pasaba por el neoliberalismo en la dictadura en el sur durante los años 80 y cómo esa pobreza también era racializada, porque muchas de esas mamás eran mapuche, eran analfabetas, y  como que de alguna forma esto de las adopciones, que también se hacían con la ayuda de la iglesia católica, evidentemente correspondían a cómo estos nexos entre poder, Estado, pobreza, neoliberalismo, racismo  iban como interconectándose. Entonces yo creo que eso también es como eso de tratar de ocupar esto que hemos estado estudiando con respecto al pasado, a veces el pasado bien reciente, porque también mucho de lo que estamos hablando hoy en día respecto a la nueva constitución, respecto a pensiones, respecto a salud, todo esto tiene mucho que ver con la dictadura, y por ende también como echar un vistazo un poco a lo que hemos estado trabajando en esas líneas, porque yo creo que tenemos harto que aportar.   Solamente recordar también, y volviendo a lo que decía respecto de los cuidados pagados, que hace poco, no sé hace como una semana, por ahí, cuando se estaba hablando justamente de cómo se define trabajo, y por ende quiénes deberían tener acceso a este seguro de cesantía, un grupo ahí explícitamente excluido fue el grupo de las mujeres trabajadoras de casa particular. Y yo creo que ahí también hay todo un tema que también de alguna forma en muchos casos no se dimensiona, históricamente ha estado muy presente, o sea hay bastantes trabajos ahí bien interesantes, respecto a cómo las mujeres populares en Chile, en particular las campesinas mujeres del sur muchas mujeres mapuche, migraron a la cuidad a hacer estos trabajos, como actualmente muchos de estos trabajos también tienen un elemento de inmigración internacional, de mujeres en particular peruanas y bolivianas que vienen y terminan trabajando también en este rubro, y yo creo que ahí lo que dijo la ministra, que era esto de que estas mujeres querían seguir siendo cargas de sus maridos y por eso no querían acceder a estos beneficios, es un argumento así francamente insultante para estas mujeres. Yo creo que las mujeres por ejemplo de CENTRACAP y también de la deferación CENTRACAP, de hecho emitieron un comunicado respecto de eso, diciendo que jamás han sido carga de nadie, o sea que en general son mujeres jefas de hogar, que tienen que sacar adelante a sus familias, y que por ende lo que planteaba esta ministra no tenía nada que ver con su realidad, yo creo que ese tipo de argumentos igual es como bien impactante, porque es un argumento también que es muy digamos, o suena como mucho a estos argumentos más bien de principios del siglo XX respecto a por qué las mujeres su trabajo es solamente suplementario, por qué las mujeres en realidad no quieren trabajar, o no deben trabajar porque en realidad son cargas del hombre que es el proveedor principal de la familia, por ende deberían pagar menos, o las mujeres deberían tener menos beneficios por ser mujeres y trabajar en rubros que son femenizados, y yo creo que solamente eso, como para ir destacando la forma en que todavía el Estado ve el trabajo es una forma muy masculinizada, y donde es muy llamativo que justamente la persona que dice tal cosa es una ministra mujer, o sea esto también de que todas las mujeres van a tener de por sí más conciencia de género, y sabemos que no es así, porque la ideología ahí también importa. Entonces una mujer de derecha, una mujer que principalmente pertenece a la clase patronal no tiene esa conciencia respecto a las mujeres populares, y lo que han pasado las mujeres trabajadoras de casa particular. Y de hecho, en vez de poder de alguna forma reconocer las dificultades en mujeres o tratar de ayudarles con algún tipo de políticas públicas, de por sí recae de inmediato por sobre ciertos estereotipos de género que son históricos. Entonces yo creo que ahí también tratar de destacar eso, porque yo creo que también es como bien notorio dentro de esto de cómo pensamos el día del trabajo y del trabajador, y cuáles con los trabajos que efectivamente se reconocen y cuáles no.   Bueno, para ir cerrando, también reconocer que hoy es el primero de mayo, es el día internacional del trabajador y la trabajadora, creo que eso también es como bien interesante, porque históricamente el trabajo de los cuidados se queda fuera, siempre se ve como un trabajo no pagado, un trabajo no remunerado, como que eso no es trabajo, y claramente lo es.